De forma periódica, jóvenes expresan su rechazo al sistema y exigen transformarlo, expresan
Martes 2 de octubre de 2012, p. 14
Los movimientos estudiantiles han sido clave en la historia nacional, pero deben aspirar a impulsar una actuación ciudadana masiva de resistencia a las políticas neoliberales, que sólo benefician a unos cuantos, señalaron académicos y luchadores sociales.
En un foro de análisis sobre las movilizaciones estudiantiles de 1968 y 2012, Iván Eliab Gómez, del posgrado en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), indicó que las utopías del pasado siguen vigentes; de ahí que periódicamente la juventud manifieste su desacuerdo con el sistema político y salga a las calles para exigir una transformación.
Afirmó que el 11 de mayo pasado más de cien estudiantes de la Universidad Iberoamericana se organizaron para romper el guión perfecto
y manifestar su repudio al entonces candidato presidencial priísta, Enrique Peña Nieto.
Agregó que el mensaje era: basta de simulación y engaño, de mantener en el olvido los actos impunes
.
Fue así, expresó, como surgió un movimiento que agrupa a alumnos de instituciones privadas y públicas, que lucha por ampliar los márgenes de la democracia, por romper el cerco informativo de los medios de comunicación y por rechazar la metira impuesta que quiso callar a más de 131 estudiantes que se manifestaron contra Peña.
Salvador Martínez della Rocca, quien participó en el movimiento de 1968 y fue preso político, indicó que el surgimiento de #YoSoy132 demostró una ruptura con un sistema que parecía tenerlo todo controlado.
Hizo un recuento de cómo se generó la movilización universitaria en el 68 y del apoyo del entonces rector de la UNAM, Javier Barros Sierra.
Subrayó que los estudiantes de esa época luchaban por las libertades democráticas.
Algunas de las principales demandas del pliego petitorio eran la libertad de los presos políticos y la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que tipificaban el delito de disolución social, pero sólo se lo aplicaban a (personas) de izquierda
.
También exigían la desaparición del cuerpo de granaderos y que hubiera libertad de prensa, de expresión y de manifestación, entre otras demandas.
Al comparar la realidad de esa épocas con la actual, Martínez della Rocca refirió que en 1968 no había miles de rechazados de las universidades públicas, los niveles de narcotráfico no eran tan altos como hoy, los ciudadanos tenían trabajo y el salario mínimo alcanzaba.
En 2012 el país vive en la violencia, con altos niveles de desempleo, bajos salarios, 80 millones de personas en pobreza (30 millones en grado extremo) y con una deserción escolar diaria de 250 niños.
Raúl Romero, del posgrado en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, indicó que los movimientos estudiantiles en el país (1968, 1971, 1986-87, 1999-2000 y 2012) han representado esperanzas generacionales contra los sistemas hegemónicos.
Los tres últimos, dijo, se dieron en contextos prelectorales y han marcado, cada uno a su manera, la vida política nacional.
En el foro, realizado en el Club de Periodistas de México, también participaron Rafael Barajas, El Fisgón, y Francisco Martínez Marcué, quienes señalaron la necesidad de generar un movimiento social organizado y de masas que se oponga a las políticas neoliberales.