Domingo 7 de octubre de 2012, p. a16
En un lugar donde todo comienza a desaparecer, desde la comida, el techo y hasta las personas, muchos prefieren morir a enfrentar una tortuosa lucha por la sobrevivencia, al grado de pagar para ser asesinados. Ante la inexistencia de las cosas, el lenguaje y los deseos no tienen donde verter su significado, no hay objeto al que referirse, y entonces las conversaciones se pierden en la alucinación y la fantasía. Más que una historia, El país de las últimas cosas es un escenario siniestro, un ambiente futurista y apocalíptico que, paradójicamente, parece no tener fin. El país de las últimas cosas, Paul Auster, Seix Barral, 205 pp. Precio de lista: 118 pesos.