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El futbol, vehículo para convertirlos en agentes de cambio social

El Mundial Homeless transforma la vida de jóvenes marginados

Ayer los equipos mexicanos varonil y femenil ganaron en su debut

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La copa que disputan jóvenes en condiciones de exclusión social se realizará en el Zócalo hasta el domingo 14 de octubreFoto Yazmín Ortega Cortés
 
Periódico La Jornada
Domingo 7 de octubre de 2012, p. a14

La vida diaria es áspera, cruda y violenta en Ciudad Juárez. Érik Sandate y José Antonio Moreno han visto demasiados muertos, escuchado balaceras, perdido a varios amigos y vecinos en sus barrios de esta urbe fronteriza, considerada una de las más violentas del mundo. Visten la playera verde de la selección mexicana, son jugadores y vencieron 7-4 al equipo de Sudáfrica.

Aún sudorosos, jadeantes, celebran su triunfo y como si fueran estrellas del deporte reparten autógrafos en el Zócalo de la ciudad de México, donde jugaron el primer partido de la Homeless World Cup, un torneo de futbol para personas en condiciones de exclusión social: en situación de calle, en contextos de violencia, con problemas de adicción y en extrema pobreza. Es un torneo que busca en el balompié un vehículo para cambiar el estado de quienes participan, pero que pretende también convertirlos en actores sociales para que vuelvan a sus comunidades con otro discurso, con la certeza de que pueden romper su propia marginalidad, explica Daniel Copto, uno de los artífices de este torneo que empezó ayer; participan 600 jugadores de 62 países y concluye el próximo domingo 14 de octubre.

José Antonio Moreno salió hace tres semanas de Ciudad Juárez para concentrarse con la selección mexicana que participa en este torneo. Salió preocupado porque al involucrarse de tiempo completo con este proyecto perdió su empleo en una de las tantas maquiladoras que hay.

Para mí este torneo es todo lo que tengo, le debo todo, así que ni modo, me fui a participar primero en la competencia nacional, en Monterrey, y luego me vine como seleccionado para esta copa, cuenta con una mueca de resignación al recordar la forma apresurada en que salió de su ciudad.

Pero ahora que vieron todo esto, lo que estamos haciendo con el equipo, me acaban de avisar que me esperarán con mi puesto de trabajo, porque dicen que para ellos es un orgullo lo que estoy haciendo, relata con entusiasmo mientras firma autógrafos.

Además de reincorporarse a su antiguo empleo ahora está comprometido con la iniciativa de esta copa y al regresar participará en las ligas formativas, otro proyecto que pretende usar el futbol como vínculo con jóvenes marginados y devolverles una identidad como sujetos sociales, como ciudadanos, explica Copto.

Al lado Sandate disfruta su momento; todos lo felicitan por su brillante participación en el partido inaugural en el que anotó tres de los siete tantos con los que se llevaron la victoria. No alcanza a creer lo que ve, los aplausos, las porras y las muestras emotivas de los asistentes. Sobre todo porque –asegura– está vivo de milagro; no lo dice en un tono dramático, sino con la frialdad de quien ha visto el horror a su alrededor.

Cuando un joven participa en esta copa, todo cambia para él, empieza a vivir en otra dinámica y se esfuerza por ser mejor persona, se entusiasma de tal manera que se convierte en agente de cambio, comenta el entrenador del equipo mexicano varonil, Abraham Miranda, mientras felicita a su equipo.

Todos están contentos. El cuadro femenil no puede disimular la alegría por los 20 goles que le encajaron a las estadunidenses. El año pasado tanto el equipo varonil como el femenil fueron subcampeones en la edición de París. Este año, ambas escuadras sienten la responsabilidad de quedar campeonas por el resultado del año pasado y porque juegan de locales. Es un compromiso, aunque todos coinciden que en esta copa todos ganan.