Domingo 7 de octubre de 2012, p. 28
Chimalhuacán, Méx., 6 de octubre. La creatividad la llevan en la sangre, lo que les permite a los Buendía, los Arrieta y los Olivares trabajar la piedra de cantera, herencia prehispánica artesanal que se niega a morir en Chimalhuacán, uno de los pueblos antiguos del valle de México.
De gente común: padres a hijos se transmite este oficio. Lo mismo empleados que estudiantes dedican parte de su vida a labrar la piedra, arte que, según creen, lo heredaron de los toltecas. Si se visita el Palacio Nacional, el Congreso de la Unión, o el palacio de Gobierno en Toluca, los escudos de estos recintos oficiales se confeccionaron a golpe de cincel.
Según el gobierno municipal hasta principios de 2000 sólo quedaban 250 artesanos, la mayoría familias nativas del barrio de Xochiaca. Sin embargo, la feria Arte en Piedra, se organiza para estimular y dar a conocer la obra de varios creadores que usan este material, se estima que actualmente hay 600 talladores. Su trabajo lo mismo es admirado en México que en ciudades como Los Ángeles, Nueva York, París y Santo Domingo; y cada año en esta ciudad, los mejores canteros compiten por lograr la mejor creación.
En 2006, Mario Heriberto Buendía Arrieta ganó con su obra Madre Uno, una mamá desnuda, recostada sobre la piedra, abrazando y protegiendo a su bebé, ambos en posición fetal.
Al año siguiente, Mario Heriberto, ganó con la obra Dos Generaciones. Joel Arrieta Arrieta ha sido otro de los ganadores con su obra Herencia de Conquista. Fue reconocido como el mejor cantero de Chimalhuacán.
Hace 50 años se usaba dinamita para extraer la roca para esculpir; hoy tienen que traerla de otros estados. Luego de 12 años, el concurso artesanal, la creación de la escuela del cantero y su reconocimiento oficial, parece indicar que este oficio milenario se recupera.