Discos Corasón comenzó celebraciones de aniversario con una mesa redonda sobre el tema
colonialista, pero abierto a la difusión sin distingos
Mary Farquharson abordó el origen de la expresión, que sigue causando polémica
Es una etiqueta comercial, aunque ayudó a la promoción de creadores sinceros, sin concesiones: Pacho
Lunes 8 de octubre de 2012, p. a16
En 1986, el cantante Paul Simon lanzó Graceland, que contenía la pieza Homeless, la cual irrumpió en los gustos musicales en el mundo. El disco, más que vender 14 milones de copias, fue el encuentro entre un cantautor estaunidense y el coro zulú Ladysmith Black Mambazo, de Sudáfrica.
Homeless, con letras en inglés y en zulú, representó a esa controvertida reunión entre la música occidental y lo tradicional de otra cultura. Ese año, una organización no gubernamental (ONG) que promovía en Inglaterra a artistas africanos, latinoamericanos, asiáticos y caribeños, presentó al senegalés Youssou N’Dour, quien fue prácticamente una bomba en Gran Bretaña. Esa ONG creó la firma discográfica World Circuit, lo que fue prácticamente el origen del término world music, que hoy día sigue causando polémica, dijo Mary Farquharson, fundadora de ese sello, en Inglaterra.
Ayer, como parte de las celebraciones por los 20 años de Discos Corasón –fundamental en la difusión de diversas músicas de distintas culturas– se efectuó la mesa redonda World Music, ¿música de qué mundo? en la que expertos ofrecieron su opinión respecto de esa expresión contradictoria, insuficiente y colonialista
, que, sin embargo, abrió la puerta para escuchar a grandes músicos de otras partes, y mostrar a los de acá
, aseguró Farquharson, fundadora en México de la mencionado disquera independiente.
Llegaban por los inmigrantes
En su ponencia, la también investigadora, relató: “En Londres, músicos, académicos y periodistas, trabajamos lejos de las trasnacionales; compartíamos gusto por esas músicas, que nos llegaba por los inmigrantes. Eramos invitados extraños a sus fiestas familiares y ese privilegio nos abrió puertas y ventanas a un mundo musical diverso que tenía poco qué ver con el postpunk, que sonaba en Londres a finales de los años 80. Trabajábamos en World Circuit sin pensar en el éxito económico. Representábamos una pequeña presencia en Inglaterra.
“Los seguidores de estas nuevas músicas formamos un grupo muy entusiasta, pero poco ambicioso. Sabíamos que las trasnacionales vendrían, por lo que la idea fue crear un término que juntara a los diferentes artistas y géneros. Fue difícil inventar algo que cubriera toda la producción. Rechazamos sugerencias como africanpop y otras peores. Finalmente escogimos world music sin prever los problemas que causaría el término.”
Agregó: La respuesta en Inglaterra fue increíble, porque los artistas aparecieron en las mejores revistas y las ventas se fueron para arriba. Había empezado su auge, que estaba enfocado en la música congolesa y senegalesa, seguido por el redescubrimiento del son cubano. La elección del término no contemplaba las contradicciones que surgieron después. La etiqueta es tristemente inútil, sin embargo, lo más importante es que ayuda para promover artistas
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Para el músico José Luis Paredes, Pacho, director del Museo Universitario del Chopo y productor de Radical Mestizo (proyecto clave para traer a México a artistas que fusionan sonoridades), “hay músicos que detestan el término, pero otros lo consideran como un mal necesario. En el mercado anglosajón a la música del tercer mundo se le conoce como world music; es una etiqueta comercial. Una vez reconocida la música no occidental es comercializable como un todo, como lo exótico. World music no es un género musical, sino sólo una etiqueta mercadotécnica para la música de origen étnico del mundo”.
No obstante, aseguró Pacho, no podemos negar que ha ayudado a la difusión de artistas sinceros, sin concesiones, y esa, es la parte buena de la etiqueta. Sirve para la difusión de artistas que antes sólo tenían alcance local, pero no hay que olvidar que descontextualiza a los músicos
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Para Marina Alonso, investigadora de la Fonoteca del Instituto Nacional de Antropología e Historia y autora de varios libros sobre música, el término ha creado incertidumbres. Una de ellas tiene que ver con la homogenización, porque al tiempo que se reconoce la diversidad, se ha convertido en una mercancía. No se trata de una transferencia de elementos de una cultura a otra, sino de un proceso continuo, de la interacción de sociedades distintas. Sin embargo, escuchar músicas diversas es una experiencia extraordinaria que ha contribuido a la felicidad de muchas personas
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En su intervención, Eliazar Velázquez, escritor y promotor que nació en el ambiente del son, compartió, además de unas décimas –escritas por su carnal Guillermo, fundador de la agrupación Los Leones de la Sierra Xichu– su experiencia y amistad con Francisco Berrones, efigie del huapango arribeño, un músico-maestro de casi 100 años, que no sé qué cara habría puesto si le hubiera dicho que, cambiando su huapanguera por una guitarra eléctrica y poniendo unas rastas en su sombrero para ser un figurón de lo que llaman world music, no dudo que me hubiera pendejeado. Aunque sería extraordinario que piezas de él estuvieran al alcance de públicos de diversas latitudes
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En opinión de Óscar Sarquiz, periodista, productor y conductor de Migrante, programa clave de world music en el Instituto Mexicano de la Radio, somos beneficiarios del término
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Ofreció un contexto histórico sobre el origen del término y aseguró que algunos roqueros fueron claves en la difusión. Habló de Ginger Baker, Stuart Copland, Paul Simon, Peter Gabriel y David Byrne.
En su intervención, el periodista Bruno Bartra, quien estudia un doctorado en etnomusicología y es diyéi en su banda La Internacional Sonora Balkanera, no es ningún secreto que el término fue inventado por las trasnacionales... y por Mary (Farquharson) para etiquetar lo que no cabía en las estantes de música occidental. Se inicia como una forma de globalización en la era posmoderna, en la que se le da lugar a la diversidad cultural generando una suerte de nuevo exotismo, en el cual el hombre culto es el que experimenta el mayor número de culturas, el que prueba los platillos internacionales y el que ha escuchado la música de los lugares más reconditos del planeta. Puede ser utilizado para impulsar las diferencias culturales como para homogenizar dentro de un nuevo exotismo que limita la diversidad
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Al final de la reunión, La Internacional Sonora Balkanera y el Trío Chicamole dieron un ejemplo de cómo el lenguaje musical no tiene fronteras ni latitudes, al ofrecer unas rolitas de huapango de los Balcanes al público asistente al auditorio Jaime Torres Bodet, del museo.