Hasta cuatro veces regresó el tenor Javier Camarena al escenario del Teatro Juárez, en Guanajuato, durante el recital que ofreció, acompañado por el pianista Ángel Rodríguez, el cual se prolongó media hora más ante la ovación del público.

Esa presentación en el contexto de la edición 40 del Festival Internacional Cervantino (FIC) culminó cuando el cantante veracruzano se aflojó la corbata del frac para cantar Granada, de Agustín Lara. Su pecho y el sentimiento de los asistentes se inflamaron al unísono.

El recital, ayer por la noche, permitió apreciar la potencia y el talento vocal e interpretativo de Camarena, quien en poco tiempo ha consolidado su trayectoria en Europa, presentándose en reconocidos escenarios alrededor del mundo, entre los que se cuentan el Staatsoper, de Viena; Staatsoper Unter Linden, en Berlín; las óperas de Bruselas, París y San Francisco; el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, y en la Metropolitan Opera, de Nueva York.

Todo ello ha sido una experiencia vertiginosa; pues son apenas seis años los que llevo como solista del Opernhaus de Zurich, comentó en entrevista previa vía telefónica.

La noche del domingo dedicó su presentación a los dos mineros fallecidos en días recientes en un accidente dentro de la mina, un sector productivo que ha marcado la historia de Guanajuato, lugar donde Camarena vivió seis años y donde, afirma, conoció su vocación de cantante y de padre.

Uno de los momentos más emotivos fue cuando fuera de programa interpretó una pieza de María Grever, compositora guanajuatense, en memoria del abuelo del pianista Ángel Rodríguez, quien falleció ese mismo día. El joven juntó las palmas de las manos para agradecer el homenaje, inclinó el rostro y tocó provocando un nudo en las gargantas.

Javier Camarena en el Teatro Juárez de GuanajuatoFoto cortesía del FIC

Antes estuvo en escena muy José Alfredo Jiménez con Un mundo raro y Si nos dejan. Luego, vistió un jorongo con la palabra México y el escudo nacional. Por momentos la audiencia no resistió tararear con timidez.

En contraste, cuando regresó otra vez, ya sin corbata, a interpretar El Rey, el propio Camarena incitó a cantar. Y luego Caminos de Guanajuato, la vida no vale nada, le pidió al pianista otra más. De las butacas salió el grito de una mujer: ¡Haz lo que quieras! ¡Estás en tu casa!.

En entrevista previa en la ciudad de México, afirmó que una forma de apoyar la ópera en el país “es la creación de una compañía auspiciada por la iniciativa privada, que tenga también como interés la formación de nuevos públicos.

Haber llegado a la ópera de Zurich ha sido crucial para mi carrera, explicó el intérprete. En un principio llegué a un taller de jóvenes cantantes, que se imparte en la Ópera de Zurich. Llegué a trabajar con el reconocido maestro y tenor Francisco Araiza, quien sin ninguna duda es la más grande influencia en mi quehacer musical e interpretativo.