Luego de 24 fechas en 23 ciudades en 27 días, la banda Kumbia Queers termina una gira por Europa. Ali Gua Gua, integrante de la banda, también termina con un diario que se publicó en estas páginas a lo largo de ese periplo.

Dice Ali Gua Gua:

De repente todo se arremolina. Hay tanta información y emociones corriendo en un mismo día que mi cerebro ya no puede distinguir tanto estímulo. No tenemos mucha conexión a internet y para colmo olvidé mi cargador en Estocolmo, el cual fue enviado a Bremen y de ahí a Berlín. Milagrosamente no se perdió, en México eso sería impensable. Así que voy cargando la compu con los cargadores de las laptops de mis amigos. Trato de editar el nuevo video "Kumbia Punk" en la camioneta y de escribir mis crónicas pero la falta de pila se vuelve un problema real.

Recuerdos como flashes...500 personas en Berlín, una chica sin blusa en la primera fila, todos queriendo cantar las canciones contigo aunque no se la sepan. Olvidar el guiro en el camerino antes de salir a escena, momento Spinal Tap. Problemas técnicos e improvisación en nuestro concierto más importante. Fallaron los pedales de guitarra. Pero la gente fue paciente y en lugar de chiflarnos como en Latinoamérica, escuche que decían: "No importa, tómense su tiempo". Gran acto que me conmueve. Luego, en Viena mi concierto preferido. Pasa cuando se conjuga todo: Buen sonido, la banda está amarrada, la gente esta al punto y todo sale perfecto. Por noches como esta hago lo que hago. After con amigos mexicanos: Katia Tirado y Edwarda Gurrola presentan una obra en la capital austriaca y acá estamos tomando mezcal para celebrar. En Amsterdam aparecen los de Casa Verde Colectivo, piden chance de tocar y se suben después de nosotras con muy buena respuesta, todo coincide.

En Leipzig, festival crusty anarco punk en el legendario festival del Zoro, donde jamás se ha tocado una cumbia. Insbruck, en los alpes, donde casi no llegamos a tocar debido a una manifestación en la carretera y la gente aulló cuando vió que si llegábamos en la camioneta. Berlín de mis amores, último tokín en el Wagenplatz queer. Después tragos en mi bar preferido: El Golden Hann cerca de Oranienstrasse en el barrio de Krauzberg. Shots de Jeggermaisters. Pinball de AC/DC. Compras de último momento. Quedarnos sin baño en el sitio donde nos quedamos, ir a mear al parque e irme en mi jugo al aeropuerto. El taxi no pasa por mí así que conseguí uno de chiripa. Casi pierdo el avión. El vuelo es pesado. Es la clase de vuelos en la que regresas en el tiempo y al otro día te ves arrugas y canas en el espejo. Me compré un pedal de voz y algunos discos de vinil (mi debilidad). Y después de 24 fechas en 23 ciudades en 27 días de gira, tengo 4 mil pesos en mis bolsillos, los que deposito para pagar la renta del departamento en el que no estuve.

Rock star mis huevos. Kumbia Queer por siempre.