Con música de Judit Farrés, presenta Mujeres superhadas en el Museo del Chopo
La cantante, referente de la contracultura madrileña, habla de los indignados de España
La insolencia con ese género es la única manera de que realmente llegue a las personas, dice
micropoetisaAjo y Judit Farrés durante la entrevista con La JornadaFoto Roberto García Ortiz
Sábado 13 de octubre de 2012, p. 5
La endogamia, el que haya poetas que escriben sólo para poetas o para críticos literarios, es lo que está acabando con la poesía, por eso yo me dedico justamente a lo contrario, a la insolencia con la poesía
, dice la micropoetisa
y cantante española Ajo, quien además agrega sobre el movimiento de los indignados en su país: “Hay que ir un poco más allá, las revoluciones no se ganan ni con performances ni con poesía”.
Personaje de referencia de la contracultura madrileña, Ajo presenta este sábado el espectáculo Mujeres superhadas, acompañada por la música de Judit Farrés, en el Museo Universitario del Chopo, a las 7 de la noche.
Fundadora del grupo de rock experimental Mil Dolores Pequeños, del sello discográfico Por Caridad Producciones, del fanzine Noise Club y directora del festival de poesía y polipoesía Yuxtaposiciones, explica en entrevista que la micropoesía es una poesía urgente, insolente, con vocación de brevedad y desvinculada de la poesía oficial
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Ajo también es autora y cantante de De la piel pa’dentro mando yo, convertido en himno antiprohibicionista y que contó con la colaboración del filósofo y sociólogo Antonio Escohotado, quien propone la despenalización de las drogas.
En 2010 la micropoetisa se presentó en la Casa del Lago en el Festival Poesía en Voz Alta, acompañada por la cantante Julieta Venegas, pero en su faceta de pianista. Esa vez la escritora dijo al público: Mal asunto si sólo soñamos cuando estamos dormidos
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Escribir para sentir
–¿A partir de qué elabora sus poemas?
–De mi experiencia y de lo que veo. Cuando eres muy honesto con lo que sientes, acabas siendo lo mismo que los demás, porque las emociones nos igualan a todos. Yo escribo para saber lo que siento, y al final no difiere tanto de lo que todos sentimos. También trabajo con los pensamientos.
–¿En qué medida un poeta puede ser también un cronista, sobre todo cuando saca a la poesía de la lectura íntima y la lleva a espacios públicos?
–Uno es cronista y vocero de lo que siente. Entonces, sacar lo que escribes y defenderlo en directo le da una dimensión que lo acerca todavía más al público. En directo ayuda más a todo lo que uno quiere decir.
–En los años recientes la poesía se comienza a popularizar a través de espectáculos públicos. ¿En qué medida esto puede operar en contra de lo que llaman la calidad poética?
–Es que, ¿quién decide la calidad poética?, ¿quién es el notario de la poesía?, ¿la gente que se dedica a la poesía?, ¿los académicos? No estoy interesada en esa parte de la poesía. La insolencia con la poesía es la única manera de que realmente llegue a la gente.
Tradicionalmente la poesía ha sido popular, pero ahora se ha quedado en una elite intelectual en la que no tengo absolutamente ningún interés. Eso es lo que ha apartado al público de la poesía. Mi vocación es la de que me entiendan, no la de que no me entiendan. No quiero parecer una intelectual inaccesible con un discurso que es un coñazo.
–¿Cómo se vincula como poeta con los movimientos de indignados en España?
–Como indignada profesional estoy completamente vinculada pero a nivel anónimo, es decir, no soy nadie. Una de las cosas buenas del movimiento de indignados es que no se capitaliza desde ninguna cara conocida. Es completamente anónimo que tiene la responsabilidad individual puesta al servicio de lo común.
“Hay que ir un poco más allá, las revoluciones no se ganan ni con performances ni con poesía. Hasta que no corre la sangre no nos van a tomar en serio. Y yo me vinculo como puedo, le doy bola por las redes sociales, participo, voy a las manifestaciones. Yo soy nada, pero no podría hacer menos.”
–¿Cómo es su proceso creativo, cómo surge un micropoema?
–Eso no se dice nunca, después empiezan a copiarte las micropoetisas –indica divertida–. En realidad trabajo todo el rato, no he logrado desvincular mi vida personal de la profesional. Me pongo en modo micropoético y hay algunos circuitos del pensamiento que están ya preparados para funcionar.
Ajo comenta sobre el trabajo con Farrés: Ella me manda la fruta que cree necesaria, que yo nunca sé muy bien lo que es porque son composiciones suyas, y yo voy recitando según el paisaje que me pinte. Es una especie de diálogo improvisado entre las dos
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Farrés, también actriz, comparte a su vez: “Es un poco extraño porque son micropoemas, poemas muy cortos. Entonces llegamos a la conclusión de que era mucho mejor improvisar. Así que le picho música mía que hago con el ordenador, el piano o el clarinete y le propongo paisajes, y según eso recita unos u otros poemas. Cada show es diferente y la música ayuda a poner un poco de magia al espectáculo.
Es muy fácil trabajar con Ajo, porque todo lo que le vendes, te lo compra. Lo que más me interesa es que se entienda lo que ella escribe. Me gustan mucho sus poemas, son muy directos, cortos, inteligentes. Con cuatro o cinco palabras es capaz de abrir un montón de ideas que hacen pensar. También es muy cabaretera y teatral, es una comunicadora y siempre se da una respuesta muy directa del público
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