El italiano ahora busca ayudar en la rehabilitación de otros
Domingo 14 de octubre de 2012, p. a16
En la explanada del Zócalo las historias de sobrevivencia se entretejen gracias a un balón de futbol, deporte que lleva a hombres y mujeres, procedentes de los más diversos puntos del orbe, a olvidar situaciones de abyección, dolor y crisis que, inclusive, alguna vez los pusieron al borde de la muerte.
El balompié enamora y rescata sin distinción. Incluso, en el caso del portero del equipo italiano, Paolo Cicolella, con problemas de alcoholismo, el balón salvavidas le llegó a los 39 años. “Empecé a beber a los 20, a los 29 llegué a lo peor, a estar tirado en la calle, a no comer…
Perdí a mi pareja, dejé de ver a mi hijo, que ahora tiene 11 años. Hace un año ingresé al grupo Homeless y me gustó mucho, me dio una nueva oportunidad para cambiar de vida después de que estuve muy cerca de morir por una congestión
, narra.
Otro brazo al que se aferró fueron los grupos de ayuda entre alcohólicos. “Escuchar otras historias me hizo entender la importancia de la vida y ahora yo participo en toda clase de eventos con mucho amor, para ayudar a que los jóvenes se alejen de las drogas y del alcohol.
Tengo una nueva fuerza, quiero hacer deporte, sentirme contento conmigo mismo y cuando esté pleno buscaré a mi hijo
, anota.
Jemy Paola Escobar es una habilidosa futbolista colombiana de 20 años que desde los 15 inició su contacto con las drogas. “Hice mil amistades, me escapaba a la calle, vagaba por días, inhalaba desechable, fumaba mariguana y consumía perico, cocaína mezclada con algo para estirarla. Mis amigos me dieron y consumí bastante.
“Mi familia me buscaba, me regresaban a casa y me volvía a escapar. Varias veces intenté dejar eso, pero siempre volvía; sin embargo, empecé a jugar con muchas ganas, mi papá decidió que nos cambiáramos de ciudad y hoy el único vicio que podría tener es el cigarrillo; me da asco el olor de la mariguana.
“Fui a Dinamarca con un equipo Sub-19 y de pronto el futbol me dio para vivir, he jugado profesionalmente en ‘micro’ (futbol rápido) y todo cambió para mí. Antes era una carga para mi familia y ahora yo aporto económicamente.
Veo un balón y tengo que estar jugando. Soy delantera, goleadora. La liga abarca todos los departamentos de Colombia y cada torneo hago 10, 12 goles. Estar aquí es un sueño más. México y Colombia se parecen mucho en los problemas de drogas y narcotráfico
, comenta.
Ariyo Michael es el mejor jugador del equipo azzurro. Nació en Nigeria en 1993 y salió huyendo de la pobreza y violencia. Luego de un azaroso viaje llegó a Italia, donde consiguió asilo como refugiado político. Ariyo sabe que es joven y talentoso. Hoy por hoy con lo único que sueña es en convertirse en futbolista profesional.