l segundo acto del drama electoral en Estados Unidos se efectuó el jueves pasado entre Joe Biden, actual vicepresidente, y el aspirante a serlo, Paul Ryan. Como se esperaba, el desempeño del vicepresidente Biden fue, con mucho, más directo que el del presidente Barack Obama en su enfrentamiento con Romney una semana antes. Se cumplió el vaticinio de la mayoría de los comentaristas políticos. Biden refutó con precisión y firmeza todas y cada una de las propuestas de Ryan; desmontó uno a uno los ataques en su contra al igual que lo hizo hace cuatro años en su debate con la entonces candidata a la vicepresidencia Sarah Palin.
Una vez más Biden demostró su sólido conocimiento de los problemas que deben resolverse para continuar con la recuperación del país. En el tema de la política económica y su impacto en el presupuesto también quedó claro la diferencia entre uno y otro candidato. Con ejemplos específicos demostró que, con excepción de 1 por ciento del sector más acaudalado, al resto de la sociedad le causaría gran daño la propuesta de Ryan, que para reducir el déficit propone cercenar el gasto en un monto que desfondaría los programas que han operado como red de protección para sectores más necesitados. Cabe señalar que Ryan, como presidente de la comisión de presupuesto de la cámara baja, es el responsable de elaborar el presupuesto. Además, en cuestión de impuestos propone extender el recorte decretado por Bush para todos los causantes por igual, a diferencia de lo propuesto por Obama de gravar más solamente a quien reciba ingresos por más de 250 mil dólares al año.
En el tema de política exterior, Ryan nunca atinó a explicar cuál es la diferencia entre la que desarrolla el actual gobierno y la que él y Romney proponen. Cuando se habló de Libia, las palabras de Ryan hicieron recordar la política de contención
practicada por Bush, mediante la que justificó la invasión a Irak y ocasionó conflictos en todo el orbe por su política militarista. Dio la impresión de que él hubiera ordenado la invasión de Libia en respuesta al incidente en el que perdió la vida el embajador estadunidense, como resultado de un ataque terrorista en la sede diplomática de EU en ese país. Fue un claro ejemplo que de llegar a gobernar el país, su política exterior estaría determinada en primera instancia por el uso de la fuerza militar y en segundo por la diplomacia.
Obama pudo respirar un poco más tranquilo después del debate, una vez que Biden dejó sentado claramente por qué él y Obama deben ser reelectos. Su exitosa defensa de la agenda demócrata se conjugó con el anuncio de que el desempleo había llegado a su nivel más bajo, 7.8 por ciento, desde el día en que Obama llegó a la presidencia cuando superaba 12 por ciento. Habrá que ver el desempeño del presidente en el debate del próximo martes para saber si es capaz de salir al paso de las propuestas y las medias verdades de Mitt Romney, o en definitiva franquearle el paso a la presidencia.