os noticias científicas han ocupado estos días la atención de los medios en Francia: el Nobel de Física otorgado a Serge Aroche, reconocimiento que comparte con el estadunidense David Wineland, porque sus investigaciones abren la puerta a una nueva era de experimentación en la física cuántica al lograr la observación directa de partículas cuánticas individuales sin destruirlas
. Bjorn Jonson, vocero del Comité de la Real Academia Sueca de las Ciencias, explicó que se trata de un campo de investigación muy activo y estudia la acción fundamental entre fotones, es decir, entre las partículas de luz y la materia
. Haroche nació en 1944 en Casablanca (Marruecos) y ahora es profesor en el Colegio de Francia y en la Escuela Normal Superior, ambos en París. Desde 1997 Francia no obtenía un Nobel en física.
La otra noticia tiene que ver con los hallazgos de una larga investigación de sus biólogos: ratas de laboratorio que fueron alimentadas con un maíz transgénico (el NK603) producido por la trasnacional Monsanto terminaron con tumores, necrosis de hígado, insuficiencias renales y reducción de la expectativa de vida. Son los frutos de más de dos años de trabajo durante los cuales 200 ratas divididas en nueve grupos comían en mayor o menor medida dicho maíz. Los resultados los publicó la revista Food and Chemical Toxicology, que de todo puede ser acusada, menos de amarallista. Los medios destacan no solamente la gravedad de lo que encontraron los científicos, sino que, por primera vez, se demuestra que los organismos genéticamente modificados (OGM) tienen consecuencias sobre el organismo.
Para Gilles-Éric Séralini, el biólogo que encabezó el estudio, se trata de una hecatombe y dan ganas de llorar al ver el daño que ese maíz ha causado en las ratas del laboratorio
. Esa misma opinión la comparte la mayoría de los franceses luego de ver en la tele y en los diarios a las ratas llenas de tumores tras ser sometidas a experimentación. También a no pocos científicos que sostenían que los OGM no causaban daño alguno y eran la tabla de salvación de la humanidad al acabar con el hambre y el efecto negativo de las plagas y la sequía, por ejemplo.
Cabe señalar que no pocos de los estudios de quienes defienden los OGM han sido de corta duración y patrocinados por las trasnacionales que dominan el mercado de agroquímicos y alimentos. En cambio, esta reveladora investigación (efectuada en el más estricto secreto), la patrocinaron las dos cadenas de supermercados más importantes del país, Carrefour y Auchan, que en diversas ocasiones han dicho que lo fundamental para ellas es la defensa del consumidor y el buen estado de los productos que venden.
En marzo pasado Francia acordó prohibir el cultivo de un tipo de maíz de Monsanto genéticamente modificado, el MON810, pues estudios confiables mostraron que constituía importantes riesgos para el medio ambiente
. El gobierno actuó así preocupado porque los agricultores pudieran sembrar semillas que dieran como fruto alimentos Frankenstein
. La mayoría de la población apoyó la prohibición mientras la Comisión Europea amenazó con tomar medidas contra la decisión del gobierno galo, alegando que no había evidencias científicas que la justificaran.
La legislación europea establece que un Estado miembro sólo puede prohibir el cultivo, consumo o comercialización de un OGM cuando exista una situación real de riesgo para la salud humana o animal o para el medio ambiente. En el caso de la investigación con las ratas, parece no haber duda de que los OGM no son como los pintan las trasnacionales y sus voceros en el campo científico y en los medios.
Aquí hemos expresado múltiples veces nuestras reservas sobre varios agroquímicos elaborados por Monsanto. Uno de ellos es el Round-Up, comercialmente conocido como Glifosato. Es el herbicida estrella utilizado para el cultivo de la soya en Brasil y Argentina, y para muchas otras siembras en México y el resto del mundo. Precisamente el Round-Up fue el que se usó en las del maíz NK603, el causante de daños a la salud de las ratas. En México está por terminar un sexenio muy amigable y protector de las trasnacionales. ¿Lo será también el próximo?