Sánchez y Carrillo, historias similares
Tragicomedias en el futbol mexicano
iguel Mejía Barón dijo que los técnicos pasaban, en un abrir y cerrar de ojos, de bienamados a malqueridos. Con un triunfo les aplaudía la tribuna y con una derrota los repudiaba. No es así con Hugo Sánchez y Mario Carrillo en ese caprichoso inmueble en que se ha convertido el estadio Olímpico Universitario.
La afición auriazul recuerda con cariño al Pentapichichi. Y es normal: Hugo es el jugador más emblemático que ha salido de la cantera universitaria, que dio goles y títulos al equipo y luego lo representó al más alto nivel en el Real Madrid. Y como técnico consiguió el único bicampeonato en torneos cortos, luego de una larga sequía sin títulos.
Sin embargo, a Mario Carrillo no lo aceptan ni con los tres triunfos que ha conseguido en casa y con el equipo en zona de clasificación, pese a que está jugando sin los costosos refuerzos y que las victorias han sido con jóvenes canteranos.
Ambos son egresados de la UNAM, pero en esas ironías del futbol y de la vida, a Hugo le perdonan todo –hasta haber portado la camiseta del América–, pero a Mario le recriminan precisamente su pasado amarillo y llevar al título a las Águilas en 2005, el último cetro ganado por el odiado rival.
Pero Hugo y Mario también tienen su historia. Mucho se dijo que durante el bicampeonato de 2004 era Carrillo el que le dictaba la estrategia a Hugol, a quien se le ha etiquetado, simplemente, como un buen motivador.
Ayer en CU ni se vieron ni se saludaron. Y si Sánchez se llevó los aplausos, Carrillo conquistó la victoria, en otra semana difícil para el técnico metido con calzador en el cuadro de la UNAM, quien se vio envuelto en el rumor de que había renunciado por las malquerencias, lo que fue desmentido de inmediato con escueto boletín.
A cuatro partidos de que termine el torneo, el único eliminado es Querétaro, que no ha podido ganar en 13 fechas y vuela para la Liga de Ascenso ante el paso impresionante del León, instalado en el tercer sitio general.
Los papeles parecen estar cambiados entre los equipos de Carlos Slim. Los Tuzos se armaron hasta los dientes, pero ocupan un triste sitio 13 y hacen más ruido en el Palenque de Pachuca que en la cancha, mientras los recién ascendidos Panzas Verdes, reforzados con tres pesos, son de los animadores del torneo.
Ante el descanso del Toluca, los Xolos siguen en el liderato. La mala noticia es que su técnico Antonio Mohamed advirtió que su prioridad es la familia y que esa querencia lo haría regresar a su natal Argentina.
Cruz Azul trepó al cuarto lugar y aunque no convenció en su victoria sobre los desplumados Gallos, lo rescatable es que Omar Bravo, con su doblete, parece despertar de largo sueño.
Por su parte, Jesús Arellano se mostró en Twitter como lo hacía en la cancha: quiebres para donde menos se espera. El Cabrito, con la inmunidad que otorga el retiro, sacó a balcón a Ricardo LaVolpe y a la chamana que utilizaba para alejar las malas vibras
del Tri. El bigotón respondió con furia, pero la aludida había confirmado, también en redes sociales, algunos de los rituales utilizados con los seleccionados.
En otro caso tragicómico de nuestro futbol, la actual selección nacional consiguió cinco goles en nueve minutos y le falta un triunfo –el martes ante El El Salvador– para terminar con marca perfecta rumbo al hexagonal final de la Concacaf.
Lo preocupante fue observar a un Chicharito Hernández con toda la desconfianza del mundo en sus botines, lo que parece confirmar que ya sólo le quedan dos meses en el Manchester United.