Vida digital es el título de su libro más reciente, publicado por Alfaguara
Miércoles 7 de noviembre de 2012, p. 8
Al final, ¿qué me queda cuando apago la computadora?, se pregunta el escritor Fabrizio Mejía Madrid. En su más reciente novela, Vida digital, conocemos la visión de un gordo cuarentón, que se está quedando calvo, con tres divorcios a cuestas, filósofo, profesor y escritor, que demerita la inteligencia de los comentaristas de deportes y busca respuestas en la pantalla de una computadora.
Enseguida se contesta: Queda el contacto físico, la única manera que tenemos ahora de saber qué es virtual y qué no. Es decir, si lo puedes tocar y se siente algo, no es un holograma, es una persona. Es un poco la conclusión a que he llegado, es un poco triste, pero así es la vida
.
Todas las preguntas fundamentales caben, en una madrugada de insomnio, en la Wikipedia, la enciclopedia virtual, y en la novela Vida digital (Alfaguara): ¿Qué es el amor? ¿Qué es la naturaleza humana? ¿Qué es la vida? ¿De dónde venimos? ¿Qué es la muerte? ¿Qué es la felicidad? ¿Para dónde queda Insurgentes?
Recorrido con humor amargo
La desazón del cuarentón da pie a un recorrido con humor amargo, con ganas de deconstrucción y juegos de palabras por la historia de las ideas, desde los griegos, a santo Tomás de Aquino, el Renacimiento y hasta personajes como Charles Darwin, Carlos Marx, Arthur Schopenhauer y Sigmund Freud, entre una larga lista que recorre siglos de cavilación humana.
“Un insomnio de alguien, que no tiene nombre, frente a la computadora y todas sus preguntas son la raíz de la Wikipedia y es todo el pretexto para hablar de su vida emocional”, describe en entrevista el autor nacido en 1968, sobre el volumen, donde Internet es el dios que todo lo sabe y todo lo ve, mientras el oráculo Google corrige lo que quisiste decir. Toda novela es un intento de respuesta a una pregunta. Y la pregunta era, ¿qué es esto de la vida digital? ¿En qué nos hemos metido en estos 10 años, qué son ya desde la creación de Google, Facebook y Twitter. Donde tu vida está implicada y lo que pongas allí tiene consecuencias en lo cotidiano. Como cuando lo decías por teléfono, pero era privado. Ahora es público y se queda.
Fabrizio Mejía Madrid confiesa que renunció al Facebook hace tiempo, en contraste con el protagonista de Vida digital, quien construye su perfil ideal en la red social, donde hurga en el mínimo detalle de una alumna veinteañera, con todo y minifalda, además de que se rencuentra con El Blues, amigo de tiempos preparatorianos.
El protagonista debía tener esta edad, finales de los 30 o en sus 40, no es coincidencia, que estuviera entre los dos mundos
, como el del propio escritor, quien tuvo un aparato de fax y casetes que se rebobinaban con una pluma, imagen que los adolescentes de hoy desconocen. Pero es la misma generación cuarentona que después se insertó en la era digital.
La semilla de esta novela germinó hace 11 años, con la propuesta de un amigo: “¿por qué no hacemos un grupo de escritores que se dedique a inventar cosas en Wikipedia?”
En ese tomo en red en forma de millones de ligas, construido por todos los usuarios, el mismo amigo publicó la biografía de un autor ficticio que había muerto en 1909, escribía novela romántica, hasta con citas de sus libros y referencias.
“No sé si han visto la página de William Shakespeare en Wikipedia, está llena de contradicciones”, reflexiona; el flujo de la información es tal, que no te queda nada claro
. En su opinión, “hemos perdido la inocencia. Cuando comenzaron los robos de identidad en Facebook, cuando vimos que había inventos en la Wikipedia, estaban mal las fechas y había nombres erróneos. Cada vez que yo leo algo en la red mantengo una distancia y cuestiono de dónde sacaron esto y si será verdad”.
Y Fabrizio Mejía, un tanto distante del cuarentón que protagoniza su novela, concluye: Finalmente lo que nos otorgan las comunidades virtuales es una identidad con un nombre. Pero estoy convencido de que lo tienes que llevar a la realidad, porque si no, no funciona. Y cuando lo haces, no funciona, es decir, es una decepción
.
Expresado de otra forma, no basta la vida digital. En un momento apagas la computadora, vuelves a la vida real y necesitas el contacto físico. Es lo único realmente humano y que tenemos ahora, además de la certeza de que nos vamos a morir.