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Un proceso entre la polarización y el desánimo
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Mitt Romney al reconocer la derrota, desde su sede de campaña en Boston, MassachusettsFoto Reuters
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 7 de noviembre de 2012, p. 3

Nueva York, 6 de noviembre. La gran decisión hoy para el electorado fue en esencia entre la continuidad del cambio prometido por el presidente Barack Obama, y el cambio propuesto por Mitt Romney para volver a lo mismo de los primeros ocho años de este siglo.

Tal vez lo más notable del día fue que no se sintió igual que hace cuatro años. El proceso electoral careció del entusiasmo y la esperanza palpables en la elección histórica del primer afroestadunidense a la Casa Blanca con su promesa de cambio. Esta vez, el presidente Obama fue el candidato de la continuidad, mientras Romney, su contrincante republicano, intentó robarse el manto de aspirante del cambio (no obstante que sus propuestas representan un retorno a las políticas de George W. Bush).

“Voy a votar por Romney. Hace cuatro años voté por Obama, ya tuvo su oportunidad…”, comentó una mujer en Ohio esta mañana, y añadió que la economía no había mejorado lo suficiente. Eso resumió en gran medida el sentimiento de muchos que habían participado en la ola de Obama hace cuatro años, y la gran pesadilla para la campaña demócrata en responder al desencanto generalizado.

Pero para otros la sola idea de un Romney presidente bastaba para votar por Obama, y acudieron a las casillas sólo por eso. Como mujer no imagino tener que aguantar las políticas de Romney, declaró una votante. Muchas de las bases liberales participaron masivamente por ese motivo.

Otros no cambiaron su voto, simplemente no participaron. En entrevistas con La Jornada líderes sindicales, latinos, activistas contra la guerra, de la comunidad inmigrante y jóvenes que participaron en el triunfo de hace cuatro años expresaron el desánimo con la actual campaña de Obama. Nosotros no hemos movilizado a nadie para el voto presidencial, comentó un líder latino, no tenemos argumentos para convencer a nuestra gente después de que Obama no hizo lo suficiente para rescatar a la gente que perdió sus viviendas por la crisis hipotecaria, ni por nuestra gente que sigue padeciendo desempleo, pobreza y demás consecuencias de la crisis. Por si fuera poco, deportó a más de un millón de inmigrantes con el argumento de que a cambio habría una reforma migratoria integral. ¿Dónde está? No es que esta comunidad vaya a votar por Romney, asegura, sino que muchos simplemente se abstendrán.

Por otro lado, los republicanos subrayaron que aunque Obama tiene una operación electoral mucho más amplia, ellos tienen el entusiasmo.

Sectores ultraconservadores, el movimiento Tea Party y corrientes cristianas fundamentalistas son un motor poderoso para el Partido Republicano. Su fe en la causa, junto a un verdadero odio hacia el presidente tanto por su agenda liberal como por su raza (no se puede descartar la motivación racista en este país), combinados con la angustia, la frustración y el susto entre amplios sectores populares que padecen las consecuencias de la crisis y culpan a quien sea que esté en el poder si no mejoran las cosas, eran muy visibles en la jornada electoral de hoy por todo el país.

A la vez, la polarización del país por raza, por género, por clase y entre generaciones se expresó en las urnas y en las encuestas a boca de urna en el transcurso del día. Esta división ya se había manifestado en las encuestas de las últimas semanas, donde la opinión pública parecía estar dividida casi a la mitad y con ello se registraba un virtual empate entre ambos candidatos.

En los primeros minutos de este martes, en el pueblito de Dixville Notch, en Nueva Hampshire, que continuó su tradición de ser el primero en votar en el país, se reportaron cinco votos para cada candidato. El primer empate en su historia. Eso parecía revelar qué tan cerrada podría ser esta elección, por lo menos en cuanto al voto popular.

Para Antonio González, veterano organizador latino, presidente del Instituto William C. Velázquez, esta contienda comprueba que ambos partidos no tienen la capacidad para resolver los principales problemas de este país. Señaló que “algo está mal cuando los argumentos de los progresistas son formulados por el candidato republicano conservador, cuando critica, en los debates y en su propaganda, que Obama no ha hecho más para generar empleo, reducir la pobreza y promover una reforma migratoria… ¿por qué no escuchamos eso de los líderes de las bases tradicionales del Partido Demócrata, como las minorías, las mujeres y los sindicatos?”