La adrenalina llega a tope antes de lanzarse desde 28 metros
Viernes 9 de noviembre de 2012, p. a15
Están locos
, es la exclamación que con mayor frecuencia escuchan los clavadistas de altura que se lanzan desde una frágil –aunque bien afianzada al piso– plataforma, en la que apenas les caben los pies, instalada a unos 28 metros de altura, el equivalente a un edificio de siete pisos.
La verdad es que el miedo es un acompañante que siempre debe estar a tu lado, comenta con desenfado Juan Colín, quien luego de ser un ejecutante convencional decidió, por pura curiosidad
, probar desde los 28 metros.
Si bien al principio le daba terror, con el paso del tiempo se acostumbró hasta convertirse en una adicción a lo largo de los 10 años que lo ha practicado.
Actualmente Colín es promotor y juez de esta modalidad que la Federación Internacional de Natación de Aficionados (FINA) adoptó como oficial y que pondrá en el centro del escenario en el Campeonato Mundial de la especialidad de Barcelona el próximo año.
Explicó que la adrenalina sube a su máximo nivel, a punto de ebullición o de estallar por cada poro, porque esa emoción que te produce segundos antes del lanzamiento es algo casi irracional.
Cuando subas y no tengas miedo, mejor ni te tires, porque ya le perdiste el respeto a la altura y te puede pasar lo peor
, dicta la conseja que todo especialista en el High Diving no debe olvidar, porque es un deporte extremo, algo demasiado delicado como para no tomarlo en serio o hacerlo a la ligera. Aquí no tienes permitido equivocarte
, advierte.
Bajo una técnica muy diferente a la de los clavados olímpicos, Colín describe que al principio sólo se tiraban para entrar con los pies al agua, con el riesgo que de no lograr la más exacta vertical.
Podrían lastimarse desde un dedo hasta el pie o la pierna, así es que los pocos que toman el reto de entrar con los brazos extendidos por delante, imagínate, es como chocar contra el concreto quizá si te falla el cálculo
, advierte.
Es por eso que quienes se arriesgan a practicar esta modalidad deben tener total control sobre el barani –movimiento para que al término de las acrobacias puedan recuperar la posición vertical con los pies hacia abajo–, porque de otra forma duele mucho pegarte por pasarte un poco o quedarte corto al momento de chocar contra el agua, a lo que no muchos se quieren arriesgar.
Promovidos por una firma comercial en el ámbito mundial, los clavados de altura tienen como agente adicional que se montan sobre escenarios naturales. De allí que la Quebrada de Acapulco, en el Cañón del Sumidero de Chiapas y otros sitios turísticos del mundo sean lugares idóneos para que los aficionados se diviertan un rato y, simultáneamente, conozcan esos bellos lugares.
“¿Peligros?, todos, por eso la seguridad es una de las principales preocupaciones que siempre debemos tomar los que estamos alrededor de estas competencias.
“Varios mexicanos participan en el circuito profesional de High Diving, con bases sólidas como clavadistas convencionales, pero por ahora lo que más destacan son Jonathan Paredes y Jorge Ferzulli, quienes ya han brillado en algunas latitudes, aunque les falta nivel para alcanzar las ligas mayores, en las que están instalados el inglés Gary Hunt, el colombiano Orlando Duque, el estadunidense Steven LoBue y el ruso Artem Silchenko, por sólo mencionar algunos”, puntualiza.