Opinión
Ver día anteriorViernes 16 de noviembre de 2012Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jazz

Álex Mercado

C

ada indeterminado tiempo surgen esos personajes que iluminan el tempo de una sola pincelada. Álex Mercado es uno de ellos. Parecieran salir de la nada y sobresalir entre todos, como un obsequio del buen Dios para los santos ateos que gustan del jazz, o como una apetecible caricia de los súcubos y los íncubos que nos cuidan de noche.

Pero ya estoy alucinando; lo que en realidad quiero decir es que acaba de aparecer el primer disco de uno de los mejores músicos que haya parido el jazz de estas tierras. Se trata de The Watcher, álbum con 10 temas de Álex Mercado, treintañero egresado con honores de Berklee, pianista, compositor, arreglista y teórico que después de navegar por más de una década entre las invitaciones, los cruceros, los clásicos, el jazz y el tango, decidió concentrarse en lo que se agita en su interior y mostrar sus propios conceptos. Y nosotros –sorprendidos, emocionados, agradecidos– volvemos a poner el disco.

Por principio y a final de cuentas, Álex Mercado es un virtuoso del piano (con todos los quebradizos recovecos que conlleva el dichoso adjetivo); y si esto ya lo evidenciaba en sus quehaceres previos al lado de Antonio Sánchez, Miguel Zenón, Brian Lynch, Roberto Aymes, Magos Herrera, Dan Mazor y otros tantos etcéteras, en The Watcher el joven maestro se muestra también a plenitud en los terrenos de la composición.

Aunque el punto central de nuestro asombro sigue siendo la manera en que Alex Mercado recorre el teclado. De hecho, llegamos incluso a pensar que en la grabación de The Watcher este cuate se había doblado a sí mismo en el piano. Pero no, ni se dobló ni tiene tres manos, sencillamente es poseedor de una técnica impresionante y de una imaginación desbordada, con una independencia rítmica (polirrítmica) en las manos capaz de estremecer a los dinosaurios.

Por momentos, la imagen de Art Tatum nos serpentea en el cerebro, aunque nos queda claro que Alejandro maneja sus propios aromas con un discurso muy claro, muy definido, a través de una voz muy personal… en ciernes muy probablemente, pero perfilándose sin titubeos –sin solemnidades ni fanfarronerías– hacia una música majestuosa. Me emocioné, me emocioné.

Y, cómo no, si en este disco puede encontrar igual una inagotable caravana de sutilezas (Nostalgia de otro mundo), que una enérgica retrospectiva bop (Fugaz) o un blues desencadenado con olor a banqueta (Metropolitan Blues), o bien una enorme obra de arte (valga el pleonasmo) como The Watcher, que no sólo da título al álbum, sino muestra de nueva cuenta las enormes dimensiones que puede alcanzar el silencio musical cuando un maestro logra hacerlo estallar en mil pedazos, para instantes después empezar a reacomodar los fragmentos en una suerte de talla en madera, o en barro, o en mármol, o en luz. Desde aquí, que es la pieza con la que abre el disco, The Watcher nos tenía atrapados y benditamente atarantados.

El único pero que podríamos encontrar en este compacto es que no se aprovechan en su justa medida los evidentes y consabidos alcances del resto del trío, es decir, de Aarón Cruz en el contrabajo y Gabriel Puentes en la batería. Por supuesto que entre ambos construyen una consistente plataforma en la que el piano se desliza a placer, aunque la fuerza orgánica de Aarón se suelta sólo un poco en Espiral y en Cielo, mientras Gabriel muestra el pulso solista a cuentagotas en temas como Fugaz.

The Watcher se presentó oficialmente el pasado 7 de noviembre en la auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, pero el Álex Mercado Trío volverá a presentarse hoy con este mismo material, en el Blue Monk, localizado en Bahía de San Hipólito 51, colonia Anáhuac, a partir de las 10 de la noche. Puede reservar al 5525- 0755.

El Blue Monk es el nuevo club de jazz de Yuko Fujino y el Betuco, quienes hicieron historia en su Papá Beto, hasta que los dueños del inmueble decidieron desalojarlos para construir departamentos en ese terreno. El nuevo foro está por las mismas latitudes de su predecesor, sólo hay que saltar el Circuito Interior y deslizarse por atrás de la torre de Pemex. Salud.