Presentaron libro sobre el fotorreportero, en Coahuila
Sábado 17 de noviembre de 2012, p. 3
Torreón, Coah., 16 de noviembre. A menos de un año de que empezó a circular el libro Rodrigo Moya: una mirada documental, escrito por el historiador Alberto del Castillo Troncoso, con el cambio de siglo se testimonia que las imágenes del fotorreportero se revaloran como documentos de indiscutible interés público.
Coeditado por El Milagro, el Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México y La Jornada, recibió recientemente el premio Antonio García Cubas 2012 que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia al considerarlo el mejor libro de arte.
En la edición FotoCoahuila 2012, coordinada por el pintor y grabador Miguel Canseco, se analizó a la importancia de la fotografía como herramienta social y en ese sentido el ojo de Alberto del Castillo, puesto sobre la mirada de Rodrigo Moya, dio luz de historia, arte, estética y cambio en la presentación realizada el pasado jueves en el Museo Arocena, en Torreón.
Allí el historiador y el fotógrafo centraron su atención en las imágenes publicadas en revistas como Impacto y Sucesos, y en el archivo de Moya, que consta de unos 40 mil negativos de los cuales miles de imágenes aún permanecen inéditas, entre otros géneros de teatro y danza, en los cuales la esposa de Rodrigo, la artista Susan Flaherty, trabaja en su recuperación.
Alejado de la pose de artista o maestro, Rodrigo Moya explicó que Alberto del Castillo le ha enseñado a ver su propio archivo, pues aunque jamás estuvo detrás del instante o momento preciso como pretendía Cartier-Bresson, logró realizar imágenes que dan testimonio de la vida social, política y cultural de México en un tiempo concreto.
Del Castillo explicó que consecuente con su tiempo, el joven Rodrigo fue militante del Partido Comunista y con un perfil político definido le tocó asumir su oficio en un México que vivió la sombra de un presidencialismo exacerbado donde el control de los trabajadores de la prensa se ejercía mediante la represión, el autoritarismo o la corrupción vía el soborno.
Sin el poder de la escritura y fuera de contexto, las imágenes de Moya no dirían más de mil palabras. De ahí la importancia de la obra de Del Castillo, quien trabajó con el fotógrafo y encontró similitudes y discordancias recogidas en Una mirada documental.