En sus dos primeras semanas de operaciones el recinto ha recibido 8 mil 200 visitas
Ofrece una visión renovada de esa cultura: Queremos que la gente se quede con la impresión de un pueblo completo, no solamente el de los sacerdotes
, explicó Adriana Velázquez, directora del Centro INAH del estado
Las 350 piezas en exhibición resumen de 25 años de investigación
Lunes 19 de noviembre de 2012, p. 8
Cancún, Qroo. En sus dos primeras semanas de operaciones, el Museo Maya de Cancún ha sido visitado por más de 8 mil 200 personas, en su mayoría habitantes de esta ciudad, muchos niños y jóvenes entusiasmados por un recinto que rompe con el habitual entretenimiento de sol, playa y discotecas.
Los cancunenses están descubriendo la riqueza de la cultura maya de su estado, plasmada en bellas y deslumbrantes piezas que permanecieron muchos años embodegadas debido a que Quintana Roo no contaba con un buen museo para exhibirlas.
Noventa por ciento de lo que se exhibe nunca se había visto. Se trata de las mejores obras de arte realizadas por los artistas mayas de la región hace cientos de años, pero también están presentes figurillas únicas y otros objetos elaborados por personas comunes para sus ritos personales.
El acervo (unas 350 piezas) está distribuido en dos salas permanentes, una dedicada a lo hallado en la entidad y otra que habla de los vestigios en el sureste nacional. En la tercera, dedicada a exposiciones temporales, se presenta Los rostros de la divinidad: los mosaicos mayas de piedra verde, integrada por máscaras, ajuares y conjuntos funerarios de diversas ciudades mayas. Esta muestra ha tenido un largo y exitoso periplo por México y Europa; aquí podrá apreciarse hasta febrero.
El Museo Maya de Cancún fue inaugurado el primero de noviembre por el presidente Felipe Calderón. La edificación del inmueble, diseñado por Alberto García Lascurain, abarca mil 350 metros cuadrados y tuvo un costo de más de 170 millones de pesos.
Una rampa con forma de caracol conduce a las salas de exhibición, ubicadas a ocho metros sobre el nivel de la calle para evitar inundaciones. Allí, el visitante es recibido, a su izquierda, por un mascarón proveniente de Oxtankah, Quintana Roo, que data del año 600 dC y conserva sus colores originales, y a su derecha, por uno de los tradicionales portaincensarios de Palenque, Chiapas.
El recorrido prosigue entre el asombro y la fascinación: la reproducción de la caverna donde habitó la llamada mujer de las palmas
, cuyos restos se encontraron en un cenote de Tulum y datan de hace unos 12 mil años. Se trata de la osamenta más antigua conocida hasta ahora en América. Debido a su frágil estado, los huesos originales permanecen en bodega, pero fueron escaneados, y a partir de los datos obtenidos se realizó una fiel reconstrucción.
La instalación es una de las que más gustan a los pequeños, pues en el fondo de la caverna se proyecta el video de una pareja de la llamada era del hielo, cavernícolas encendiendo el fuego, mientras afuera yace el esqueleto de la mujer de las palmas
y una cabeza de un esmilodonte, conocido como tigre dientes de sable, también reproducción del encontrado en el cenote.
Luego, hay mascaritas de jade, vasijas pintadas con escenas de la vida cotidiana (mujeres bebiendo chocolate o comiendo tamales), muchas piezas con rasgos estilísticos teotihuacanos, o que causan intriga, como la figurilla de una mujer noble, proveniente de Xel-Há, que a primera vista parece que porta un kimono y un tocado de geisha, con el faldón abierto para mostrar su pierna tatuada.
Destaca la exhibición del llamado plato Blom, hallado en la bahía de Chetumal en los años 40 del siglo pasado por un ingeniero durante la construcción de unos edificios. Esa persona conservó la pieza, que data de los años 600 dC, hasta que se la entregó al arqueólogo danés radicado en México Frans Blom (1893-1963), quien poco antes de morir la donó para su resguardo al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
La pintura que decora el platón muestra, en diversos tonos de rojo, una escena de la famosa leyenda maya de los gemelos heróicos Xbalanqué y Hunahpú, a quienes se observa, con sus cerbatanas, luchando contra Vacub Caquix (un demonio del inframundo).
Cinturones, pectorales, ajuares funerarios, vasos decorados con flamencos, venados, zarigüeyas o arañas fantásticas, incensarios hallados en las cuevas de Playa del Carmen, cascabeles, anillos y un extraño cráneo con orificios, probablemente para colocarle cabello natural y utilizarlo en algún ritual, integran el magnífico acervo del que ya es considerado el museo de arqueología más importante del país, después del Museo Nacional de Antropología de la ciudad de México.
Las colecciones quintanarroenses plasman “el arte popular prehispánico, algo naïf o barroco, a veces kitsch, o la vanguardia de su época”, explica Adriana Velázquez Morlet, directora del Centro INAH del estado.
En entrevista con La Jornada, la especialista detalla que el nuevo Museo Maya de Cancún, cuyas instalaciones son totalmente modernas
, pone por primera vez en el mapa nacional la riqueza de la arqueología de Quintana Roo, con un acervo que resume 25 años de investigación arqueológica en el estado, en la cual son muy importantes las aportaciones de Enrique Nalda (1936-2010), Alejandro Martínez Muriel (1946-2009), Carlos Navarrete (Guatemala, 1931), y las de los arqueólogos que hoy trabajan en el estado, como María José Con Uribe, Elia Trejo, Luis Leira, Fernando Cortés, Enrique Terrones y Sandra Balanzario, entre otros que nos dan nuevas ideas sobre cómo interpretar hoy a los mayas
.
En el nuevo recinto de Cancún, añade la arqueóloga, “no están esos mayas de piedra dedicados a la contemplación de los astros, como se nos presentó durante mucho tiempo, sino una civilización dinámica que cambió a lo largo del tiempo, que construyó su paisaje político y desarrolló ciudades maravillosas en los ambientes más diversos, contra todo tipo de inclemencias.
“Aquí hay información muy nueva, por ejemplo, las interpretaciones acerca de cómo los señores mayas no sólo eligieron algunas ciudades para construir sus sedes políticas, sino que las fueron cambiando en función de una estrategia, seguramente para mantener el poder. Todo esto es resultado de una investigación muy acuciosa.
“Es una visión renovada que permite además que la comunidad local empiece el proceso de hacer suyo el museo. No sólo mostramos las joyas de los señores divinos, sino las ollas para el agua. Queremos que los visitantes se queden con la impresión de un pueblo maya completo, no solamente el de los sacerdotes o centros ceremoniales.
Claro, entre los mayas había enormes diferencias sociales y económicas, pero cada quien tenía su propio universo, el cual reflejó en su cerámica; por eso aquí está desde la más humilde vasija que se rompió y fue reparada, hasta la ofrenda de una tumba real.
Capaz de soportar fenómenos naturales
Por el momento, al museo aún no recibe grandes cantidades de visitantes extranjeros, pues falta hacer acuerdos con los operadores turísticos para que incluyan al recinto en su oferta de paseos, pero se ha visto colmado por los residentes de la ciudad. Casi todas las escuelas públicas de los alrededores tienen ya programadas visitas guiadas para los alumnos.
En total, el inmueble resguarda un acervo de 3 mil 500 piezas (no todas con opción a exponerse, aclara Velázquez), provenientes de sitios como Dzibanché, Kohunlich, El Meco, El Rey, Xel-Há, Xcaret y Tulum. La bodega de resguardo, de las más seguras del país, de primer mundo
, está acondicionada de tal manera que es capaz de resistir un gran huracán, con la certeza de que las piezas no se dañarán.
En la explanada de la entrada luce una escultura donada por Jean Hendrix y comienzan a popularizarse los talleres para niños. Una de las piezas más fotografiadas es la réplica de la ahora popular estela del tortuguero, esa donde, de manera errónea, algunas personas han interpretado que los mayas predicen la fecha de un supuesto fin del mundo.
Una parte de la pieza original se encuentra en Comalcalco, Tabasco, y otra en Estados Unidos, pero en el Museo Maya de Cancún se puede apreciar completa, con una explicación del significado de sus glifos.
Entre las pocas reproducciones de piezas se exhiben también la majestuosa lápida de la tumba de Pakal, cuyo original, en la zona de Palenque, ya no puede ser visitada por el público.
Este museo ayudará a que se sepa que las zonas arqueológicas no son sólo esos montículos donde se puede subir, sino que contienen tesoros como los que hoy ponemos a disposición del público. El reto principal a futuro es reinventarlo y actualizarlo todo el tiempo, establecer una dinámica que lo vuelva atractivo para todos
, concluyó la directora del Centro INAH Quintana Roo.
Para el próximo año prepara una exposición temporal acerca de un tema poco mostrado en museos: la guerra de castas, y otra con detalles recientes de los sitios arqueológicos en los que se trabaja en la actualidad, entre otras ideas.
El Museo Maya de Cancún se ubica en el kilómetro 16 del boulevar Kukulkán, en plena zona hotelera, y es la antesala para visitar la zona arqueológica de San Miguelito, ubicada a un costado, también recién abierta al público.
Su horario es de martes a domingo de 10 a 19 horas, con excepción de los jueves, en que el horario es de 7 a 22 horas. El costo de entrada es de 57 pesos, con derecho a visitar ambos lugares. Gratis para mayores de 60 años y menores de 13 años. Los domingos la entrada es gratuita para público mexicano y residentes con identificación oficial.