l presidente Barack Obama y los líderes del Congreso han iniciado las primeras escaramuzas para encontrar una solución al crecimiento exponencial de la deuda fiscal, cuyo monto en el año fiscal de 2011 ascendió a 1.3 trillón de dólares. En su primera reunión con los líderes del Congreso después de las elecciones, parece que en principio hay la voluntad de todas las partes para discutir una salida al problema. Todos los actores están conscientes que de no llegar a un acuerdo, habría una crisis cuyo alcance nadie sabe a ciencia cierta cuál será. Por lo pronto, en el diario Washington Post una nota advierte que sería el umbral de una nueva recesión económica que afectaría gravemente a Estados Unidos. Las calificadoras de crédito, continúa la nota, han dicho que de no haber un acuerdo en las próximas semanas rebajarían el nivel crediticio del gobierno, como ya sucedió hace un año, cuando la mayoría republicana en la Asamblea de Representantes se negó a ampliar el techo de la deuda. Sería una pésima señal para el mercado de valores, cuya desconfianza en la capacidad del gobierno para negociar un acuerdo afectaría sensiblemente la economía del país, concluye la nota.
Hay quienes no comparten ese catastrófico escenario. Consideran que el asunto de la crisis fiscal es un pretexto para presionar al presidente a encontrar una solución a costa de restringir el gasto y congelar los impuestos. La contracción en el gasto afectaría al presupuesto destinado a la salud y a la seguridad social principalmente; la congelación de impuestos favorecería al sector de más altos ingresos. Restringir el gasto, han asegurado varios economistas, entre ellos Paul Krugman, tendría graves consecuencias para la recuperación económica en estos momentos en los que la economía está más débil; lo que se requiere es precisamente gastar más para crear empleo y ampliar la demanda. Pareciera, dice Krugman, que no se ha entendido la lección de lo que sucede en algunos países europeos, Grecia entre ellos, donde el banco central de la comunidad europea, como condición para apoyarlos, ha exigido una política de contracción en el gasto. El resultado es que ha metido en una espiral recesiva a más de una nación en ese continente con nefastas consecuencias para la mayoría de la población.
Obama prometió defender el ingreso de clases medias y de los pobres. En las reuniones que celebró la semana pasada con líderes del Congreso y representantes de organizaciones empresariales, fue firme al advertir que lo único que no es negociable como solución para reducir el déficit es la contracción en el gasto en aquellas partidas que benefician a las clases medias, y tampoco ceder en el aumento de la tasa impositiva a quienes más ganan. ¿Será posible?
En otro terreno, una buena noticia para la población migrante. En el marco de su derrota, algunos líderes republicanos han entendido la importancia del voto hispano y han llamado a revisar reformar el disfuncional sistema migratorio. Ya se verá si esta vez va en serio.