Crece en Monterrey culto a Francisco Villa: figuras, oraciones, polvos y hasta una médium
Martes 20 de noviembre de 2012, p. 31
Monterrey NL, 8 de octubre. A casi 90 años de su asesinato, el 20 de julio de 1923, la devoción por Francisco Villa, el Centauro del Norte, es tal que gente agobiada por problemas de dinero, amor y salud busca apoyo y protección encomendándose al revolucionario.
El mercado Juárez, en el centro de Monterrey, es testigo del auge villista. Hasta hace unos tres años, quienes enfrentaban situaciones difíciles y buscaban superarlas al margen del santoral católico, por medio de limpias, oraciones o perfumes, se encomendaban principalmente al Niño Fidencio, a la Santa Muerte o a Jesús Malverde.
Sin embargo, según comerciantes, debido a que Malverde y la Santa Muerte han sido relacionados con el narcotráfico, aumentó la preferencia por Villa, quien dicen, tiene mucho poder y ayuda sin distinción a quien se lo pide con fe
.
Hay locatarios que cada mes venden más de 100 figuras del Centauro del Norte, montado a caballo o solo, de medio cuerpo o de cuerpo entero. Según el tamaño, los precios de las figuras de resina van de 25 a 380 pesos, y hay oraciones y polvos para protección
a 10 pesos.
En las yerberías del mercado Juárez y sus alrededores también se encuentran fotografías del general, veladoras, perfumes, talcos, jabones, oraciones de bolsillo y calcomanías, que la gente demanda con la creencia de que el espíritu de Villa ayudará a vencer enemigos, y que su vigor sexual, que supuestamente le permitía tener relaciones hasta con cinco mujeres en un día, ayuda a conquistar amores.
Entre Pancho Villa y una mujer vestida (a su imagen y semejanza)
Todos los martes –su día de descanso, pues el resto de la semana se desempeña de trabajadora doméstica–, Guadalupe Muñoz, quien afirma ser cajita
o materia
para la canalización de los espíritus
de Pancho Villa, el Niño Fidencio, la Niña Aurorita y el Indio Jerónimo, atiende a decenas de personas que acuden a ella a buscar curación de males puestos
o naturales, y para pedir apoyo a fin de resolver problemas económicos o de empleo, desavenencias familiares y dramas sentimentales.
Muñoz dice que desde los 22 años de edad (hoy tiene 37) se sintió llamada a servir de cajita
para que Pancho Villa se manifestara a través de ella para realizar curaciones. Empecé a sentir las manos muy pesadas, porque el general es muy fuerte
, señala.
Durante los rituales, para que el espíritu de Villa se manifieste plenamente
, la intermediaria se viste de guayabera blanca, pañuelo al cuello y sombrero similar al del revolucionario.
En su casa de la colonia Garza Nieto, junto al altar con imágenes de Villa, el Niño Fidencio y la Niña Aurorita, explica: Cuando entro en trance y actúa mi general Villa a través de mí, me sale la voz ronca, y a veces regaño a los pacientes, pero es por su bien
.
Cuarenta años tras el rastro escrito del general
A sus 92 años, Manuel Rosas es un ferviente admirador de Francisco Villa. En poco más de cuatro décadas ha reunido, entre biografías, ensayos y novelas, más de 200 libros sobre el jefe de la División del Norte.
Rosas no es investigador ni académico, sino un modesto ferrocarrilero jubilado que sólo estudió hasta sexto de primaria en su natal San Pedro de las Colonias y Piedras Negras, Coahuila. Vive en Monterrey desde 1947.
Los libros están apilados sin clasificar en cajas de plástico, porque los dos cuartos que renta en una vecindad del centro de Monterrey recibieron en días recientes una mano de pintura.
Hay entre su acervo trabajos que tratan al general con reverencia y otros que se concentran en sus excesos. De todos prefiere la investigación en ocho tomos del historiador Alberto Calzadíaz Barrera, es el trabajo mejor documentado
, y el primero que adquirió.
Por lo pronto, entre milagros y aficionados a la historia, el mito del Villa sigue creciendo.