n aspecto medular de lo que seguramente será el esquema de reforma en el ámbito de lo energético
será el de la selección de personas que encabecen las entidades y organismo del sector. Me refiero a no menos de unos 25 puestos que –a diferencia de los sexenios anteriores, incluyendo el que concluye– deberían ser ocupados por personas con conocimiento y experiencia probados, capaces de lograr más que el reconocimiento formal de la sociedad. El reto exige, por el contrario, un reconocimiento real social de su capacidad de dirección y orientación estratégica de un sector sometido en estos momentos a situaciones delicadas. El asunto no es menor. En el sector energía se vive una verdadera situación de emergencia. Varios hechos lo muestran. Sobresale, sin duda, la retracción en la capacidad productiva de crudo y gas natural. Recurramos a documentos oficiales, específicamente a las prospectivas sectoriales de reciente publicación.
Primer hecho delicado. De 2000 a 2011, la producción de petróleo bajó en 13 por ciento, pero el descenso llega a 25 por ciento considerando el nivel de producción de 2004, cuando se logró un máximo de 3.4 millones de barriles al día. Si esto no fuera de suyo grave, un segundo hecho delicado es la disminución de las reservas de crudo, incluso totales, no sólo probadas. Las totales han descendido poco más de 20 por ciento. Y las probadas cerca de 34 por ciento.
Por lo demás, cada día es más difícil descubrir y probar reservas, es decir, identificarlas como potenciales, transformarlas en probables y, finalmente, reconocerlas como probadas, o sea, con una probabilidad de 90 por ciento de que el volumen a recuperar sea igual o mayor al identificado. Léanse, si no, los cinco reportes técnicos de la Comisión Nacional de Hidrocarburo: 1) factores de recuperación de crudo de los yacimientos; 2) tecnología de exploración y producción; 3) clasificación de los proyectos de exploración y explotación (rentabilidad e incertidumbre); 4) recuperación avanzada y mejorada de yacimientos; 5) aceite terciario del golfo.
Y si esto no fuera delicado, un tercer elemento agrava la situación: estancamiento de la inversión neta real en Pemex, que de 2008 a 2012 (con números preliminares del sexto informe presidencial para este último año) se ha detenido en cerca de 21 mil millones de dólares constantes de 2011, a pesar de que de ese año a la fecha se ha recibido un promedio de 64 mil 500 millones de dólares de este 2012, por concepto de excedentes petroleros. Un cuarto elemento delicado es la severa retracción de las reservas de gas seco, cuyo desplome de 57 por ciento de inicios del año 2001 a inicios de este año lo muestra.
Y, sin embargo, se ha experimentado un incremento en la extracción diaria de gas, que se elevó de 4 mil 679 millones de pies cúbicos en 2000, a 6 mil 594 millones. Descontando el gas extraído sin hidrógeno esta cifra disminuye a 5 mil 913 millones de pies cúbicos. Y, sin embargo, el consumo nacional de gas natural se incrementó de 4 mil 326 millones de pies cúbicos al día en 2000 a 7 mil 923 millones –83 por ciento más– en 2011, lo que obligó a elevar las importaciones de 281 millones de pies cúbicos al día en 2000 a mil 749 millones en 2011.
Finalicemos la revisión de algunos de los puntos más delicados que enfrentará el nuevo gobierno –por el momento solamente del sector hidrocarburos–, reiterando –quinto elemento– el delicado asunto de la fiscalidad. Los derechos de extracción de hidrocarburos recogidos en este sexenio alcanzarán una espeluznante cifra cercana a los 380 mil millones de dólares actuales. Nunca gobierno alguno tuvo ingresos petroleros de esta magnitud. Y sorprende –de veras– que no se haya formulado una propuesta seria de utilización óptima de estos ingresos petroleros, en la que, sin duda, el reforzamiento tecnológico y productivo de Pemex debiera ocupar un lugar de primerísimo orden.
Asimismo en la que se contemplaran vías alternativas para incrementar los ingresos gubernamentales. Perdón por la insistencia, pero en este país la tributación nunca ha superado 11 por ciento del PIB. Y eso es terrible para una población con tantas y tantas carencias. Simplemente esto último muestra que no se puede enviar al sector energía –en realidad a ninguno– personeros sin conocimiento. También con capacidad y honestidad probadas. A más de visión clara para enfrentar los retos que, en esta delicada materia, tiene la sociedad mexicana. Sin duda.