En el último día de la administración calderonista, la casa de la política se vio solitaria. En principio, por el tercer día del plantón de trabajadores agrícolas en el cruce de Bucareli y General Prim, pero también porque el apuro de este viernes era concluir la mudanza.

Los nuevos ocupantes del Palacio de Cobián llegarían en menos de 12 horas, en los primeros minutos del sábado. El hasta ayer responsable de la política interna, Alejandro Poiré Romero, estuvo buena parte del día fuera del despacho que ocupó desde noviembre de 2011, cuando acudió a Gobernación como relevo urgente, tras la muerte de Francisco Blake Mora, quien pereció en un accidente aéreo. Antes de Blake estuvieron Fernando Gómez Mont, Juan Camilo Mouriño y Francisco Ramírez Acuña. Si bien los cambios en Bucareli fueron frecuentes, el de ayer fue el último, ahora de salida, para 12 años de gobiernos panistas.

Exactamente en la puerta de la casona de Cobián, un empleado hizo una pausa para descansar del acarreo y colocó una caja de cartón con el rótulo: objetos personales. Otro empleado, transportaba en un diablito pilas de libros gruesos, envueltos en celofán con la típica tarjeta blanca con los atentos saludos. Era el último obsequio que, desde su posición como coordinador del gabinete de seguridad nacional, hacía Poiré, posiblemente a sus colaboradores o a los sucesores. Era el libro de discursos de su jefe, el presidente Calderón, La voz de los hechos. Para el trabajador encargado de moverlos de un lugar a otro y, más tarde la entrega, fue el último pendiente y, por la noche, ahora sí: adios.