Con mis mejores deseos
rturo Yáñez y Marco Salazar, durante varios años, han venido desarrollando una labor digna de aplauso que se ha llegado hasta el ámbito internacional. Sin alardes, han llegado a Colombia a una convención de admiradores de la Sonora Matancera, diversificando sus actividades, y éste, su enkobio, no ha podido darse cuenta totalmente de lo que llevan a cabo.
En esta ocasión, monina, le contaré de lo que testifiqué el sábado 15 de diciembre. Resulta que el señor Yáñez me invitó a un programa de radio por Internet en una estación, o como se conozca, pues en esa materia soy lego, con un nombre tan raro, que no pude aprenderlo entre el alka-seltzer y mis años, que me jugaron una mala pasada.
Con el agravante de la hora de la cita: Arturo pasó por mí a las 11:30 de la madrugada. ¡Imagínese, mi asere!, pero no podía negarme. El señor Yáñez ha tenido deferencias (sic) y atenciones que mucho agradezco, además, me tenía una sorpresa que me llenó de alegría, pero vamos por partes. El programa me lo dedicaron a mí, Arturo y el de la sorpresa, que resultó ser Luis Rovira, un musicólogo cubano que tienen desaprovechado en México, con el que da gusto platicar de música cubana, pues, puedo asegurarle, mi enkobio, que sabe lo que dice, no como tantos advenedizos que han salido buscando notoriedad.
Este señor de todos mis respetos trabajó en Cuba durante muchos años en Radio Progreso, cosa que me parece un botón de muestra que habla por sí solo, y dio aquí en México un taller que disfruté porque, reitero, sabe lo que dice. También me sirvió el programa para agradecer al señor Yáñez la dedicatoria del mismo y para darme cuenta de la tremenda colección de mis grabaciones desde la primera, donde le hice coro a Tony Camargo con los Diablos del Trópico, así como la de los Guajiros del Caribe acompañando a Óscar López. También me sirvió para advertirle que nunca más a esa hora.
Rovira me hizo un regalo que es un tesoro para mí: un disco de una actuación de Hecho en México, grupo con el que fui a Cuba, y otra con el acompañamiento de Luisito Martínez. De verdad, me parecen de aquellita
. Para evitar suspicacias y comentarios de mala lecha, como dijo Henry Masselín, ¡ya dije!
Me llegó un emilio de Zoi-la pianista, agradeciéndome lo que escribí acerca de su actuación con los Puerto Rico All Stars, pero no tiene por qué. Eso es lo que me pareció y aunque no tengo el gusto, su emilio me hace pensar que hay clase en ella y le envío mis mejores deseos y las ganas de conocerla. Espero que nos encontremos algún día. El agradecido soy yo.
Volviendo a Luis Rovira, la plática versó sobre soneros de antaño. Fue gratificante hablar de Cheo Marquetti, Cascarita, Benny Moré, diferente estilo de los tribilín cantores
, pero lleno de calidad de los tres. Tuve la oportunidad de gozarlos en vivo, pero no sólo ellos me dejaron recuerdos; hay muchos, incluso paisanos. Pero para seguir con los que aparecieron en la plática, Miguelito Valdés ocupó un lugar preponderante, en mi opinión muy merecido, ya que hay testimonios a pasto. Este, su enkobio, nunca se ha preocupado por saber cuál es el mejor. Prefiero gozar con la calidad de todo los que me hace sentir mariposas en la barriga, que son muchos.
Antes de que se termine el espacio déjeme, caro lector, enviarle mis parabienes al resto de su existencia, no sólo en estas fechas, y que no paren la rumba, el son, el chachachá; en fin, la música cubana, porque usted, monina, ya sabe lo que pienso de la salsa y más de la salsa en línea. Pero si usted está en ésa, gócela, no me haga caso, que de lo que se trata es gozar de una manera espantosa, como dijo Arsenio Rodríguez, del cual por fortuna tengo grabaciones.
Hago votos porque las cosas en Reventón musical y en el SUTM mejoren, pero lo dudo porque los que dirigen ambos no tienen nada en la pelota, pero les deseo una autocrítica consciente para que mejoren en todos los sentidos. Eso sí, mis mejores deseos, aunque no lo crean, lo mismo para los que están enquistados en el sector tropical sin ninguna iniciativa para mejorar la situación y tratar de que se asemeje al tiempo de antaño. Eso era una hermandad, no el protagonismo que impera en estos tiempos envueltos en egoísmo, envidia, etcétera. Por mi parte les deseo que desaparezca todo lo que está dañando lo que tanto costó sacar lo bueno y sean felices el resto de sus vidas carcomidas por lo pobre de su espíritu. ¡Vale!