ntes de que hace un mes comenzara en Doha, la capital de Qatar, una de las cumbres climáticas más desangeladas, un auténtico fracaso, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) dijo que los gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzaron en 2011 una nueva marca. En vez de disminuir, aumentó la cantidad de partículas de metano, dióxido de carbono y ácido nitroso, principales causantes del calentamiento del planeta.
En el papel quedó el objetivo que fijó Naciones Unidas de no superar las 450 partículas por millón. Con el agravante de que los próximos años la tendencia es que aumente dicho número. En duda quedaron además las promesas de los grandes responsables de generar esas partículas (Estados Unidos, China, Rusia, Japón, Canadá, India) de que, con o sin Protocolo de Kioto, harán esfuerzos notables por disminuirlas.
La OMM señala que el año pasado los niveles de dióxido de carbono (cuyas emisiones se originan en la quema de combustibles fósiles y la deforestación) llegaron a 390.9 partes por millón, dos partes más que en 2010. Se estima que los nuevos y preocupantes niveles son 140 por ciento superiores a los registrados en 1750, en la era preindustrial. Desde entonces se emitieron a la atmósfera cerca de 375 mil millones de toneladas de dióxido de carbono. De esa cantidad, más de la mitad permanece en la atmósfera. El resto lo absorbieron los océanos y los seres vivos. El problema de la concentración de cada vez más gases en la atmósfera se agrava porque ocurre a un ritmo cada vez más acelerado y de manera exponencial.
El dióxido de carbono es el más abundante de los gases de efecto invernadero de larga duración, pero igual hay un incremento notable del metano y el ácido nitroso, corresponsables del calentamiento global. El primero se origina fundamentalmente en el cultivo de arroz, la explotación de combustibles fósiles, la combustión de biomasa y la ganadería; mientras el segundo se debe al uso de fertilizantes, algunos procesos industriales y la combustión de biomasa.
Como fruto del aumento de esas peligrosas partículas se registró este año un aumento de la temperatura en el planeta, con negativas consecuencias para millones de personas. En especial las que viven en medio de la pobreza y con insuficiente dotación de agua. Por otro lado, quienes estudian lo que sucede en los casquetes polares como resultado de que haga más calor advirtieron en varios reportes que allá el deshielo registró niveles nunca vistos. En ciertas áreas de la Antártida, por ejemplo, la temperatura subió 2.4 grados a partir de 1958. Una expresión directa de ese fenómeno es el aumento del nivel del mar en un centímetro con efectos nocivos para los miles de millones que viven en los litorales y para las actividades económicas que allá se realizan, básicas para el bienestar de la gente: desde la agricultura, la ganadería, el turismo y el comercio, hasta la industria petrolera y petroquímica. Otras dos muestras recientes son los daños dejados por el huracán Sandy en el corazón financiero de Estados Unidos y áreas vecinas, así como la prolongada sequía en buena parte de su territorio.
Pero ninguna de esas realidades influyó en que en Doha hubiera un mejor clima político para avanzar en hacer realidad el protocolo firmado hace 15 años en Kioto a fin de reducir la generación de los gases de efecto invernadero. Los representantes de los 190 países que asistieron a esta nueva cumbre únicamente lo prorrogaron hasta 2020. Como en las reuniones de Cancún y Johanesburgo, en Doha tampoco hubo los acuerdos globales para enfrentar el cambio climático. Lo intentarán de nuevo en 2015, durante otra gran reunión en París. Mientras, continúa el derroche energético de los grandes países industrializados a los que se suman ya China, India y Rusia, debido a su acelerado crecimiento y su poco cuidado del ambiente. En tanto, en México los efectos del cambio climático también se dejan sentir cada vez más, mientras las medidas anunciadas para mitigarlo son insuficientes.
El reino del absurdo: caminar hacia la gran crisis ambiental en vez de prevenirla. Una herencia negativa para el nuevo año.