Opinión
Ver día anteriorLunes 7 de enero de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Jazz

Fresedo, Gillespie y Derbez

O

svaldo Fresedo (1887-1984) es, más que un referente, un icono del tango argentino; su bandoneón, su orquesta y sus composiciones son imprescindibles para contar y cantar la historia de este sentimiento, pero ante todo, para enmarcar la vanguardia tanguera de principios del siglo XX.

La buena nueva es que desde el pasado 2012 ya podemos conseguir en México el disco Fresedo: Rendez-Vous porteño… con ejemplares exclusivamente de importación, pero conseguibles gracias a la melomanía de Pentagrama (5564 3877). Se trata de un álbum que reúne temas grabados por el maestro entre 1931 y 1968 en su propio boîte –el Rendez-Vous–, en teatros bonaerenses y en algunas estaciones de radio.

¿Y qué hacen los comentarios de este disco en una columna de jazz? Pues resulta que cuatro de las 19 piezas incluidas en el compacto fueron grabadas en 1956, cuando Dizzy Gillespie, de paseo por Buenos Aires, decidió ir a echarse unos tragos al Rendez-Vous y pidió chance a Fresedo para subirse al escenario y palomear con su trompeta.

Providencialmente, había una grabadora conectada en el foro, por lo que esta inusitada, espontánea y memorable reunión pudo trascender el tiempo y los muros del club; con ciertos problemas de audio, por supuesto; pero los micrófonos y los carretes de mediados del XX resultaron suficientemente heroicos para disfrutar y degustar estos temas una y otra y otra vez.

No se trata realmente de una fusión de jazz y tango… el jazz toca la puerta y entra con respeto –y hasta con humildad– al living del tango. Cuando toma la primera voz, Gillespie se aviene a las atmósferas y las líneas propuestas por Fresedo, escrutando con todo cuidado cada uno de los compases; pero llegado el momento, sin más, y ungido por la fe en la improvisación, el trompetista se instala fugazmente sobre la orquesta, con las brevedades que dicta la prudencia, pero con el tempo y el tiempo suficientes como para reinventar un instante a plenitud, para iluminar con su aliento nuevas formas de la tradición. Y la orquesta de Fresedo, con su propia luz, brillando a su costado.

Alain Derbez no se queda quieto, y esto habrá que agradecérselo ahora y pasado mañana. Sólo para cerrar el año y el 13 baktún se fue de gira a Brasil para tocar a dueto con el guitarrista Manuel Viterbo. Sax soprano, guitarra y poesía se presentaron en diversos foros de Sao Paulo, Porto Alegre, Recife y Pelotas, para regresar el 8 de noviembre a Porto Alegre y presentar el libro El jazz en México. Datos para esta historia, –en una segunda edición, corregida y aumentada, del Fondo de Cultura Económica– en la 58 Feria del Libro de esa ciudad, cuna de Elis Regina.

Con un amplio repertorio, en el que figuraban obras de Gismonti, Consuelo Velázquez, Herbie Hancock, Miles Davis, Ornette Coleman, Serrat, Chico Buarque y Álvaro Carrillo, el dueto gustó a los diferentes públicos brasileños, al punto de que ya existe una nueva invitación para octubre de 2013, sólo que ahora se regresará con El Código Postal (La Jornada, 14/8/12) en formato de cuarteto.

El 13 de diciembre pasado se presentó el libro El jazz en México en las instalaciones de Radio Educación (donde Derbez lleva 34 años de productor y conductor). Los comentarios estuvieron a cargo de Jazzamoart, quien realizó un dibujo en un ejemplar del libro para regalarlo a un afortunado y emocionado asistente, y de quien esto escribe. La gente llenó en su totalidad el espacio reservado para el acto, estuvo mucho muy receptiva y participativa y al final acaparó al escritor para que firmara sus ejemplares.

El libro ha crecido en volumen e intensidad. De las 480 páginas de la primera edición, presentada en la sala Carlos Chávez de la Universidad Nacional Autónoma de México (La Jornada, 13/12/01) ha saltado ahora a 832, con nueva portada de Jazzamoart, nuevas fotografías y nuevos textos. Alain dice: “¿Qué hay de nuevo? Varias cosas, pero, sobre todo, la distinta perspectiva que suscita el hecho de revisar un libro, releerlo una década después a la luz no sólo de ese documento, sino de otros textos que finalmente están ahí y forman parte de un cuerpo mucho mayor, más crecido. Ya no son sólo datos recopilados con más o menos tino. Se siguen planteando las constantes, los haberes –cada vez mayores– y los deberes. Y algo importante: la pregunta reiterada: ¿cuál es en México el papel que desempeñan los jazzistas en su entorno social?”