a India se hizo independiente en 1947 y se partió en dos; la India propiamente (una democracia parlamentaria cuyo primer ministro fue Jawaharlal Nehru durante 15 años), y Pakistán, que incluía también a Bengala oriental, de población mayormente musulmana. En 1971 una breve guerra separó Bengala oriental de Pakistán.
La sangrienta partición
de 1947 dejó una memoria imborrable. Desde entonces queda un grave asunto por resolver: la democracia en el estado de Cachemira en la India, donde hay fuerte represión policial y militar contra la insurgencia independentista. Entre la India, Pakistán y Bangladesh contienen una quinta parte de la humanidad. India y Pakistán tienen armamento atómico.
Ramachandra Guha, el brillante autor de La India después de Gandhi, afirma que el país no está preparado para ser una gran potencia por sus muchos problemas internos, pero sí es la mayor democracia del mundo y una de las más estables. Nunca los militares han tomado el gobierno, hay elecciones periódicas en los estados y en el país en conjunto, libertad de prensa, un Poder Judicial independiente, respeto por las lenguas regionales y no se ha impuesto un solo idioma. Para estudiantes de ciencia política, la democracia en la India (más que la democracia en América de Tocqueville) debería ser tema obligado. Hasta la laberíntica formación de la Unión Europea resulta fácil en comparación.
Esta democracia de la India está algo carcomida por dentro por la corrupción y también por la insurrección maoísta (y la consiguiente represión sin cuartel) en zonas rurales de la India central, que no acabará pronto, pues se nutre en parte del malestar creado por los desalojos provocados por las empresas mineras apoyadas por el Estado.
Precisamente, la creciente explotación de minerales y de fuentes de energía (con protestas también en el Himalaya y en los estados del nororiente) viene impulsada por el crecimiento económico. Hay nuevas protestas contra la energía nuclear en Kudankulam, cerca de Chennai. Pero el carbón es (además de la leña) la principal fuente de energía, aunque por habitante la India consuma solamente media tonelada de carbón por año. Es muy poco. La potencia eléctrica instalada no alcanza todavía 0.15 kw por persona. La economía crece desde hace años al seis o siete por ciento (la de 2012 no alcanzará el cinco por ciento), pero la pobreza, en cierta medida, aumenta por los desalojos rurales y la apresurada inmigración a suburbios muy pobres.
La clase media goza del progreso y ha olvidado a Gandhi y su desprecio al consumismo, su simplicidad voluntaria, la aparigraha. Para los pobres, la compensación son ofertas garantizadas de empleo público (la NREGA) y pronto un sistema de pago de bonos familiares en dinero.
Continúan los abusos contra los adivasi (indígenas), los dalits y las OBC (other backward castes). Las castas bajas reclaman políticamente medidas de discriminación positiva. Siempre hubo fuertes partidos regionales, pero cada vez hay más (a veces con una base de casta y hasta de clan familiar). Tienen creciente influencia para formar gobiernos en el centro.
Habrá elecciones en 2014, a más tardar, sin grandes diferencias en el manejo económico ya gane la derecha o el centro-izquierda. En la derecha, Narendra Modi de Gujarat quiere liderar la coalición alrededor del BJP (un partido religioso hinduísta, antimusulmán, una especie de democracia cristiana o de islamismo moderado como el turco). Él es muy favorable al neoliberalismo. Un líder de Bihar, Nitish Kumar, podría también liderar la coalición del BJP, pero es posible que él se vaya hacia el Partido del Congreso y aliados. En este bando, el candidato principal podría ser un político tecnócrata, el actual ministro de finanzas, P. Chindabaram, tamil, de solamente
67 años, que sustituya al anciano economista Manmohan Singh. Pero en el Partido del Congreso manda Sonia Gandhi (viuda de un nieto de Nehru, nuera de Indira Gandhi), que se ha convertido en una fuerza política por sí misma. ¿Tendrá la inteligencia de no poner de candidato principal a su propio hijo, Rahul Gandhi?
En medio de un océano de conflictos sociales y ambientales, pero dentro de una previsible estabilidad política, una novedad es el movimiento anticorrupción que en 2012 irrumpió en las plazas, al modo de los indignados, con huelgas de hambre reclamando un lokpal, un ombudsman con medios suficientes para derrotar la corrupción. Su líder ha sido Anna Hazare, activista de larga trayectoria. De ahí acaba de nacer a finales de 2012 el Aam Aadmi Party, un nuevo partido cuyo coordinador es Arvind Kejriwal, que se presentará ya a las elecciones locales en Delhi en 2013. Una esperanza.