Donde se consume ese cereal se ha probado que no es dañino, dice Alejandro Monteagudo
Miércoles 16 de enero de 2013, p. 23
México no puede esperar 17 años más para sembrar maíz transgénico, pues en 59 países donde se consume ese alimento se ha comprobado que no es dañino para la salud, según dice Alejandro Monteagudo, director de AgroBio. Agregó que en los 29 países donde se siembra, los productores han logrado ahorros de 39 mil millones de pesos, al dejar de comprar insumos.
Asentó que antes de que concluya enero, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) debe emitir la resolución en torno a los seis permisos que presentaron Monsanto, Pioneer y Dow AgroSciences para la siembra del grano transgénico en Sinaloa y Tamaulipas.
Explicó que la inversión internacional en promedio, desde que la idea se concibe hasta que se llega al mercado, es de 100 millones de dólares y el tiempo depende del marco regulatorio; algunos países han tardado 13 años. En el caso de México no hay una estimación puntual, pues es el único país donde la ley de bioseguridad establece la etapa piloto o experimental y la precomercial antes de la siembra comercial, por lo que pueden pasar muchos años antes de llegar al mercado. Aquí se tuvo una moratoria de 11 años y en 1996 empezaron las primeras experimentaciones, por lo que de aprobarse en este año la etapa comercial, los productores habrán esperado 17 años
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Según el agroempresario, los productores están perdiendo beneficios ambientales y sociales, ya que es una herramienta sustentable, que puede contribuir a alcanzar la seguridad alimentaria y el crecimiento económico de los agricultores. Continuaremos trabajando el tiempo que sea necesario para que sea accesible. Nosotros estamos tranquilos, pues sabemos que no se permitirá la siembra en centros de origen de biodiversidad genética del maíz y los permisos van acompañados de una serie de medidas impuestas por la Sagarpa y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y, si hay desviación, la autoridad sanciona administrativamente e incluso puede llegar a revocar el permiso.
Insistió en que con la biotecnología los rendimientos de maíz se incrementarán entre 15 a 20 por ciento, lo que implica tener rendimientos de 14 o más toneladas por hectárea. El Departamento de Agricultura estadunidense estima que si México es dependiente en una tercera parte de las importaciones de maíz, en 2020 incrementará sus importaciones en 50 por ciento para satisfacer la demanda nacional, pero si el país empieza a apostar a diferentes opciones tecnológicas se puede revertir esta situación y pasar de importar 10 millones de toneladas anuales a ser autosuficiente, según esa dependencia estadunidense.
Puntualizó que si bien la tecnología está hecha para el norte del país, en un futuro, si persiste el interés de los productores, se puede llevar al sureste. La decisión la tienen Sagarpa y Semarnat, asentó. No descartó que las discusiones en torno a la biotecnología continúen, pero en ello debe privilegiarse la evidencia científica y tecnológica.
Greenpeace, Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad y la Red en Defensa del Maíz reiteraron su exigencia a las autoridades para que rechacen la siembra comercial de maíz transgénico, porque pone en riesgo la diversidad genética del grano, pues en la etapa comercial no se imponen medidas de contención para evitar la contaminación.