La tortura y Hollywood
ohn Brennan es el asesor estrella del presidente Obama en asuntos de terrorismo. Cuando hace unos días lo propuso para dirigir la CIA, le pidió al Senado que lo ratificara lo antes posible para mantener seguras a nuestra nación y a la ciudadanía estadunidense
. No exageraba, pues en los sótanos del poder del país vecino y de otras partes donde hay conflictos y guerras sangrientas, saben que en sus 30 años al servicio de la CIA Brennan ha sido clave en la lucha contra los grupos terroristas enemigos de Estados Unidos. Esto pese a que los años recientes ha defendido el cierre de la prisión de Guantánamo y criticado algunas operaciones secretas llevadas a cabo durante los gobiernos de Bush padre e hijo.
Por la invaluable experiencia acumulada en La Agencia, debió ser su director desde que Obama juró como presidente hace cuatro años. Pero su nombramiento se frustró para evitar críticas, pues Brennan fue uno de los diseñadores de las cárceles secretas en las que encierran a los sospechosos de pertenecer a los grupos terroristas y que tanto repudio levantan en el mundo. Guantánamo y Abu Ghraib, dos de ellas.
Pero además, por defender la tortura como medio de obtener información de los enemigos de su país y así salvar muchas vidas inocentes
. Esa confesión despertó en su momento la condena de amplios sectores de la opinión pública estadunidense y de organizaciones defensoras de los derechos humanos. En descargo, oficialmente se asegura que, gracias a la tortura, fue posible dar con el paradero de Bin Laden. Y que quien diseñó la estrategia para matarlo fue Brennan.
Una película que obtiene ahora gran éxito de público en Estados Unidos (Zero Dark Thirty) y que ya la piratería vende en aceptable copia en las calles de México, recrea las técnicas utilizadas por la CIA y el ejército de Estados Unidos para obtener la información que permitió, precisamente, localizar el escondite de Bin Laden. Desde colgar a los detenidos, simular su ahogamiento, someterlos a música permanente y a todo volumen, hasta impedirles conciliar el sueño.
Pero, según escribió en el Washington Post José Rodríguez, responsable de diseñar y aplicar las técnicas de interrogatorio, nada irregular sucedió en las cárceles adonde iban a parar los presuntos terroristas. Eran tan respetuosos de ellos que para dar una simple bofetada en la cara de un detenido, los oficiales debían obtener una autorización escrita de Washington
, afirma Rodríguez. Remata con: Lo siento, Hollywood, nosotros no hemos torturado
.
La polémica continuará porque Zero Dark Thirty, de Katrhyn Bigelow, la única mujer ganadora de un Óscar como directora, aspira a varias estatuillas este año. Y porque las evidencias de las torturas no se pueden borrar con declaraciones.