El baile de los millones
La tajada de los diputados
ALDF: explicación obligada
e dijo que era venganza del perversor Bejarano porque Miguel Ángel Mancera no aceptó darle los espacios de gobierno que él deseaba, pero ahora se sabe que la idea del líder de IDN no fue original, sino una copia de algo que ya se había hecho en la Cámara de Diputados, e incluso ya se había practicado en otras legislaturas, lo que no quita, para nada, la gravedad del problema en lo que toca al ámbito local.
La historia es sobre una bolsa de mil 320 millones de pesos. Cada diputado local recibió 20 millones, que multiplicados por los 66 que ocupan un lugar en la Asamblea Legislativa da la cifra antes expuesta, para entregarlos a su gusto, sin mayores reglas, sin mayores compromisos. Así se pactó a finales de diciembre, cuando se aprobó el presupuesto para el DF. Entonces no pasó nada, se suponía que los legisladores entregarían el recurso, etiquetado, principalmente a las delegaciones donde fueron electos. Pero no fue tan así.
Quienes han observado de cerca el ir y venir de los millones aseguran que de pronto la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se convirtió en un gran tianguis donde los diputados del PRD ofrecían el recurso al mejor postor, es decir, pudieron poner el dinero en las demarcaciones y en los programas que mejor les pareciera, o los que inventaran o donde les indicaran los delegados.
Según se cuenta en la propia ALDF, para que eso sucediera, en unos casos el delegado que conseguía el recurso tendría que regresar al asambleísta el fatídico e inevitable 10 por ciento, en el mayor número de casos, aunque hubo quienes, con tal de lograr una buena parte de la bolsa, consintieron en dejar en manos de los diputados hasta 15 por ciento.
La situación se ha convertido en un escándalo en las oficinas del gobierno de la ciudad, porque allí se advierte que esos dineros tendrían que haber sido administrados por el propio gobierno central para utilizarlos en trabajos urgentes para el DF, sobre todo cuando entre los 214 proyectos etiquetados por la ALDF hay programas inexistentes, y hasta organizaciones civiles que no pueden ejercer el recurso.
Pero lo más grave del asunto es que los diputados se otorgaron el dinero sin que se hubiera fijado alguna norma para la creación de los programas y las reglas que los regirán. De un momento a otro surgieron las ideas de nuevos programas que resultan hasta indignantes. Ejemplo de ello son los tres millones de pesos que se asignaron a la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades, con los que debería organizar un festival circense en el Centro Histórico de la ciudad.
Otro ejemplo que llama la atención son los 40 millones que se dieron a la Secretaría de Obras para el mantenimiento de un deportivo en manos del sindicato del Metro. Es tan descabellada esta asignación que la suma que tendrá la secretaría mencionada equivale a 70 por ciento del presupuesto anual del Instituto del Deporte del DF.
Pero si todo esto requiere de una explicación puntual por la ALDF, eso de que hubo cobros de los diputados para que los dineros fluyeran hacia las delegaciones tiene que ir a una investigación más que profunda para dejar en claro cuál es el fin del dinero del contribuyente, si todo ello es cierto.
De pasadita
Y ya que andamos por la Asamblea habrá que decir que quien advierte que ya tiene su futuro asegurado es el presidente de la Comisión de Gobierno del organismo, Manuel Granados, quien sostiene que dentro de tres años, cuando termine su encargo de legislador local, se convertirá en titular de la Secretaría de Desarrollo Social, y tres años después en jefe de Gobierno, claro, con Mancera como presidente de México. ¿Será?