on voz de espuma un toro bravo pidiendo pelea galopa y esconde romances de monte. Una sombra de caballos la mirada le nublaba y el instinto de muerte los pitones afilaba tensos y nerviosos. Su piel negra y músculos poderosos desde el centro del redondel mostraba. Todo esto eran recuerdos de los cabales de toros bravos que asomaban en la mente. Todo lo contrario de lo toros de Julián Hamdan lidiados la tarde de ayer, que católicamente de rodillas rezaban en la catedral taurina de México.
Alejandro Talavante inteligencia torera, entre otras cosas, rápidamente captó que era imposible el toreo en redondo que gusta hoy en día y ha realizado una faena que desde que salió el toro en sorpresivos remates fue aprovechando la docilidad del burel al deletrear los pases y los lances, chisporroteando luces a lo largo del paso del burel que se proyectaban en una plaza de toros a la que sólo llegaron los de siempre. El torero extremeño se dedicó a jugar al toro después de encontrarle la distancia. Factor que fue clave en su quehacer torero y que le permitió dominarlo y recrear su sentimiento torero, hasta triunfar después de una estocada en todo lo alto y corte de orejas.
Una vez más los toros en su debilidad le restaron la emoción a la labor de los toreros. No puede existir emoción cuando el toro no embiste de lejos al caballo y el picador simplemente marca el puyazo. El eje de la bravura –la suerte de varas– se desdibuja totalmente ante estos toros y en casi la mayoría de los lidiados en la temporada en que se repetía lo descrito. A parte de simplemente marcar el puyazo, los picadores pican trasero. Sólo por equivocación en el centro del morrillo. La suerte de varas se va por un desfiladero. No existe la posibilidad de una segunda o tercera vara en la que se demuestra realmente la bravura del toro ante la debilidad de los toros en la actualidad. Esta es la manera de entender la bravura del que esto escribe. Hoy en día, puyazos traseros marcados para faenas
a toritos inválidos por toreros enfermeros
disminuyendo el riesgo y la emoción que es la base del toreo.
¿Dónde están los grandes picadores mexicanos; Efrén Acosta, Nacho Menéndez que pararon el pulso de la plaza de toros de las Ventas de Madrid con puyazos en todo lo alto, con el toro arrancando desde los medios una y otra vez? Ante la debilidad de estos toros, El Zapata recurrió a sus espectaculares pares de banderillas en los que hace gala de sus facultades atléticas en vistosos recortes, y José Mauricio se estrelló en su lote y para variar regalo el toro que le permitió cortar una orejita. Eso sí, ejecutó una estocada en todo lo alto que fue torería pura.