Una sociedad con violencia permanente y falta de límites genera víctimas y victimarios
Centrar el acoso sólo en la dimensión escolar es minimizar el problema, advierte experta
Miércoles 30 de enero de 2013, p. 42
La falta de límites entre los jóvenes y una sociedad caracterizada por la violencia permanente y cotidiana son dos de las principales causas por las que estudiantes de secundaria entablan relaciones de dominio y sumisión entre ellos.
Este problema, afirmó Nelia Tello, académica de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS) de la Universidad Nacional Autónoma de México, se agudiza por el contexto generalizado de ilegalidad e inseguridad que enfrenta el país.
Cifras arrojadas por encuestas y análisis muestran que los adolescentes son victimarios o víctimas de violencia entre sus pares. Un reporte del Instituto Nacional de Evaluación en Educación indica que entre los alumnos de secundaria en el país, 14.1 por ciento afirmó que ha sido lastimado físicamente por otro compañero o grupo de alumnos, 13.6 dijo que recibe burlas constantes de sus colegas y 13.1 ha recibido amenazas de otro estudiante o grupo, mientras 43.6 indicó que le han robado algún objeto o dinero en la escuela.
Un informe sobre violencia de género en educación básica editado por la Secretaría de Educación Pública y Unicef reporta que 44.6 por ciento de las alumnas de secundaria señalan que en los dos años recientes han recibido agresiones físicas, 19.7 han sido agredidas por una compañera, 22.7 por un compañero, 2.5 por un maestro y 2.6 por una maestra.
La investigadora apuntó que en todos los grupos existe un individuo en el que recaen burlas, ataques y agresiones, fenómeno social que se reproduce en las aulas. Sin embargo, al sólo abordar el acoso entre pares, la dimensión escolar se minimiza a un problema entre agresor y agredido. Estos casos deben ser tratados por especialistas y no hay que estigmatizar o criminalizar a los jóvenes, recomendó.
Las secundarias públicas localizadas en colonias populares de alto riesgo
del Distrito Federal representan los puntos más conflictivos, aseguró Tello, quien ha trabajado una década en este ámbito.
Los jóvenes generan violencia porque viven en un mundo así, desigual, que impone el deseo de poseer objetos fuera de nuestro alcance y produce impotencia no conseguirlos. La agresión en espacios escolares es recreada a partir del entorno social.
A esto hay que sumar los conflictos generados por el tráfico de drogas y la proliferación de bandas delictivas en las zonas de alto riesgo. Es urgente trabajar con los jóvenes que padecen carencias económicas, dificultades de aprendizaje o que son poco hábiles para establecer relaciones sociales (entre cinco y seis estudiantes de cada 100 por plantel), que los orillan a la deserción, enfatizó.
Los procesos de enseñanza se dificultan en comunidades permeadas por este ambiente, y ante la falta o aplicación inconsistente y arbitraria de límites a las conductas y actos juveniles.
Profesores, cuerpo técnico de los planteles y padres de familia manejan la normatividad a partir de amenazas. Sólo en una de cada cuatro ocasiones, éstas se cumplen, según testimonios recabados en planteles de las delegaciones de Iztapalapa, Iztacalco, Benito Juárez y Coyoacán.