Puebla, Pue., 3 de febrero. Al pie del poblado de Canoa, la parte más elevada del municipio de Puebla, un grupo de niños se reúne cada tarde para aprender a leer, escribir, hacer tareas escolares y tratar a convivir sin violencia. El número de niños que no acuden a la escuela en esta capital ha aumentado en cinco años de 2 mil 977 en 2005 a 4 mil 245, casi 43 por ciento.

Estos alumnos participan en un programa de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), cuyo Centro Universitario de Participación Social participa desde hace años en campañas de alfabetización.

La capital de Puebla era hasta 2010 el municipio con más pobres en el país, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval): 732 mil 154. Le seguían la delegación Iztapalapa del Distrito Federal; Ecatepec, estado de México; León, Guanajuato, y Tijuana, Baja California.

En contraste, Puebla cuenta con el récord nacional de venta de autos de lujo. Junto a la exclusiva zona conocida como Angelópolis, donde el metro cuadrado se tasa hasta en 3 mil dólares, el Coneval ubica núcleos de campesinos en pobreza extrema, muchos expropiados en tiempos del gobernador Mariano Piña Olaya (1997-1983).

En la capital de Puebla hay 21 localidades de muy alta marginación, según el Consejo Estatal de Población; existen además 67 localidades que padecen alta marginación; la peor es San Isidro Tlalcostépetl, en donde todas las viviendas tienen pisos de tierra y ninguna cuenta con agua entubada.

En torno al parque temático Africam Safari, principal atracción turística de la región, se localizan algunas de las localidades más pobres del municipio y del estado, como Xacxamayo, El Ahuacate o La Cantera.

Desarrolladores inmobiliarios, políticos acaudalados, empresarios e inversionistas de Africam les compran sus tierras a 80 o 100 mil pesos por hectárea. Son predios que valdrán 3 mil dólares en 10 años.

En sólo dos años de gobierno del panista Rafael Moreno Valle Rosas se han invertido alrededor de 3 mil 800 millones de pesos en obras de infraestructura, muchas consideradas suntuarias, como un teleférico, una nueva sede para el Poder Ejecutivo y la cuestionada remodelación de la zona histórica de los fuertes de Loreto y Guadalupe.