París se rinde ante el artista declarado tesoro nacional viviente
de Japón
Su presentación en el templo de la música de la capital francesa marca un hito cultural
Seikin Tomiyama ofrecerá siete representaciones de la célebre ópera El pabellón de amapolas
Jueves 7 de febrero de 2013, p. 5
París, 6 de febrero. La belleza depurada del legendario teatro japonés kabuki, encarnada en Tamasaburo Bando, una de las más grandes figuras del teatro contemporáneo mundial, ha deslumbrado a París, que se rindió ante este artista declarado hace unos meses tesoro nacional viviente
de Japón.
En quizá ningún país de Occidente un artista puede alcanzar el rango social que goza Bando en Japón, que le rinde culto.
Y el público que abarrotó el teatro Châtelet, el templo de la música parisina, compartió ese fervor, al ponerse de pie y ovacionar al artista durante una decena de minutos, en el estreno parisino la noche del martes de su espectáculo Jiuta, que consiste en tres danzas intimistas de sorprendente belleza.
Los elegantes movimientos del kabuki, cuyos personajes son siempre interpretados por hombres, son llevados a la cúspide por Tamasaburo Bando, de 61 años, quien desde hace 45 es un onnagata, dando vida a bellas mujeres que coquetean a la sombra de un cerezo en flor o en una casa de lujosas concubinas.
El célebre actor no se ha presentado en Europa en un cuarto de siglo, por lo que su presencia en París es uno de los acontecimientos culturales de este año en Francia.
Adornado con lujosas peinetas y majestuosos trajes de seda bordada, el maestro del kabuki, arte que desde el siglo XVII permanece inmutable, comunicó al público amor, despecho, odio, con sus movimientos delicados, sinuosos, milimétricos, y su maquillaje blanco.
Él nos ha comunicado la quintaesencia de la feminidad, como no sabría hacerlo una mujer
, dijo tras el espectáculo una japonesa, que había llevado a su pequeña nieta. Lleva el arte del kabuki a sus límites
.
La flor de Onnagata
, lo describió el gran escritor Yukio Mishima.
En una de las danzas, Bando interpretó una escena de La novela de Genji, una de las mayores obras de la literatura japonesa.
Deber con los jóvenes
Además, Bando, quien se presenta en el Châtelet con otro tesoro nacional vivo
, Seikin Tomiyama, maestro del instrumento tradicional shemisen, protagonizará a partir del domingo siete representaciones de la célebre ópera china El pabellón de amapolas, una inmensa epopeya compuesta en 1598.
Esta es la primera vez que se presentará fuera de Asia esta versión creada por Bando.
Pese a ser comparado con el dios de la danza, Vaslav Nijinski, y recibir todos los honores, Bando no cree en la perfección de su arte del kabuki. Sólo logro sugerir la esencia de una mujer
, dice.
En una entrevista en Tokio, antes de viajar a París, el artista sexagenario, que se mueve con mayor agilidad que cualquier joven, y que no tiene una sola arruga en el rostro, señala que en escena él es quizá sólo una creación
o un sueño
.
El verdadero Tamasaburo está frente usted
, dice el sonriente actor, quien no camina, sólo se desliza, como sobre una nube.
Interrogado acerca de lo que representa para él haber sido consagrado como tesoro nacional viviente
, Bando afirma que más que una recompensa, ello representa sobre todo un deber, una obligación moral para las generaciones futuras
, que contribuirá a perpetuar el kabuki, que él empezó a practicar cuando tenía apenas cinco o seis años.
El kabuki no se moderniza, evoluciona. Guarda todo su espíritu y continuará en el futuro, como perviven las tragedias griegas, la ópera o el ballet
, concluyó el actor.