Corrupción e impunidad
l periodista y escritor inglés John Carlin publicó el pasado lunes en el diario El País un artículo donde afirma que la corrupción de autoridades, partidos políticos y empresarios en España no es muy diferente a la tradicional que distingue a México. Que la marca España se encuentra por los suelos en el mundo mientras le economía mexicana, pese a la corrupción, crece a ritmo envidiable. Termina por señalar que se esfumó el sueño de que España es un país europeo moderno: lo que sus habitantes sienten hoy es vergüenza, humillación, rabia, decepción
.
Bien sabe el autor del libro Playing the Enemy (sirvió de argumento de la película Invictus, sobre el papel que por medio del rugby jugó Nelson Mandela en su política de curar las heridas dejadas por el apartheid), que la metrópoli trajo al Nuevo Mundo la semilla de la corrupción y la abonó con esmero.
Con esmero el Partido Popular (PP), que hoy manda en España, se aprovechó de ese mismo mal desde el gobierno de Aznar. Así lo demuestra la contabilidad que llevó el que fue por 20 años tesorero de ese partido, Luis Bárcenas, y en la que detalla los donativos que los empresarios daban a esa agrupación; y la forma de repartirlos entre los dirigentes y altos funcionarios.
Bárcenas es buen ejemplo de cómo negocios-corrupción-poder político-clase gobernante van de la mano. Mago a la hora de obtener y manejar los fondos de su partido (y de aprovecharse de ellos en su beneficio personal) con razón gozó de toda la confianza de Aznar y Rajoy, que figuran en la lista de favorecidos con los dineros negros
de la corrupción. Por eso el último siempre defendió al tesorero ejemplar y ofreció meter la mano al fuego
por él cuando el juez Garzón encontró hace cuatro años indicios de que hacía parte de una trama criminal conformada por empresarios de toda laya y políticos del PP.
Bárcenas tuvo entonces que renunciar a su cargo y dejar su escaño en el Senado. Luego se descubrió que tenía en Suiza cuentas secretas con más de 32 millones de dólares provenientes de las empresas que pagaban favores. Algunas de ellas con contratos oficiales en México. En el colmo, y sintiéndose protegido desde el poder, aprovechó una reciente amnistía fiscal para regularizar 11 de esos millones.
Parece no haber paz para los malvados. Destapada la cloaca, y en un intento por repartir responsabilidades, reveló el mes pasado la lista de los beneficiados con parte de los dineros mal habidos. Sólo unos cuantos aceptan estar en ella. Los demás lo niegan y acusan a la oposición y a los medios de desprestigiar al partido en el gobierno y al presidente Rajoy.
¡Al ladrón, al ladrón! Gritan los que ahora cosechan la repulsa ciudadana. Al pésimo manejo de la crisis, la clase dirigente española pretende sumar el manto de la impunidad. Si esta vez los dejan.