Sunitas exigen la dimisión del primer ministro Nuri Maliki
Sábado 9 de febrero de 2013, p. 23
Bagdad, 8 de febrero. Una nueva ola de atentados contra la comunidad chiíta en Irak causó al menos 33 muertos en tres localidades del país, mientras decenas de miles de sunitas pidieron la renuncia del primer ministro, el chiíta Nuri Maliki, acusándolo de acaparar el poder.
Al acercarse el décimo aniversario de la invasión de Estados Unidos, Irak no ha podido estabilizar la situación política que se generó a raíz de la invasión, al facilitar el ascenso de la mayoría chiíta, que incluye a la etnia kurda del norte, en detrimento de la minoría sunita.
Los atentados se han multiplicado en días recientes, con más de 100 muertos en una semana. La cifra ha ido en aumento, en la medida en que se acerca el aniversario de la invasión que provocó la caída del presidente Sadam Husein.
En Irak permanece un contingente de unos 50 mil soldados estadunidenses que se ocupan de tareas de capacitación del ejército iraquí, pero las tropas de combate ya no intervienen en el conflicto entre las facciones islamitas.
En Kazimiya, barrio del norte de Bagdad de mayoría chiíta, dos cochesbombas estallaron con apenas unos minutos de intervalo cerca de un mercado de pájaros, causando al menos 17 fallecimientos.
Situada al norte de la capital iraquí, a orillas del Tigris, Kazimiya alberga una mezquita chiíta con los mausoleos de dos imanes reverenciados por esta rama del Islam: Musa Kazim y Mohamed Jawad.
Al sur de la capital, en la provincia de mayoría chiíta de Babilonia, dos cochesbombas estallaron en la ciudad de Shomali, matando a 14 personas.
En los alrededores de la ciudad santa chiíta de Kerbal, al sur de Bagdad, otro atentado con cochebomba dejó dos decesos. Por el momento los ataques no fueron reivindicados.
Las protestas contra Maliki tuvieron lugar en Mosul, principal ciudad de los kurdos; Samarra, Baquba y Ramadi, capital de la provincia de Anbar, al oeste de Bagdad. La etnia kurda ha intensificado su reclamo de mayor autonomía, desafiando al jefe de gobierno.
Además de su dimisión, los sunitas exigen la liberación de prisioneros injustamente encarcelados y la abrogación de leyes terroristas que estiman lesivas.
Consciente del alcance del movimiento, Maliki designó una comisión para responder a las peticiones de los manifestantes y liberó a unos 3 mil prisioneros durante las últimas semanas.