ompiendo toda ortodoxia, el general secretario de la Defensa Nacional no sólo celebró la Marcha de la Lealtad, ratificando la vocación de las fuerzas armadas por la defensa de las instituciones y en particular por la institución presidencial, como ha sido la costumbre, sino que se lanzó a definiciones políticas y fue más allá: ofreció la lealtad –¿de las fuerzas armadas?– al polémico Pacto por México, firmado por los líderes políticos de los tres partidos con mayor representación en el Congreso. Es, dijo, “… justamente la marcha de la lealtad moderna que el país requiere”.
Por el profundo respeto que tengo por el Ejército Mexicano, del que mi padre fue un digno, devoto, honesto, respetado y patriota integrante, que llegó al grado de general de división por méritos propios, no ofreceré aquí mi opinión al respecto –que ya habrá seguramente muchas plumas que lo traten–, opinión que, como sentimiento personal, se agrega a la pena que de tiempo me agobia por la utilización lamentable que, desde hace ya varios sexenios, los jefes supremos de las fuerzas armadas
han hecho de nuestras instituciones castrenses.
Me referiré en este artículo a una entrevista –increíble para mí– que un reportero de MVS Radio hizo al presidente de la Cámara de Diputados –de cuyo nombre no quiero acordarme
–, luego de la ceremonia de la Marcha de la Lealtad.
Le preguntó su opinión sobre el discurso del secretario de la Defensa Nacional en relación con este pronunciamiento sorpresivo.
Palabras más menos, porque no son textuales, ya que las oí manejando mi automóvil y no tuve manera de escribir nada en ese momento –aunque seguramente están grabadas en MVS–, el presidente de la Cámara de representantes
dijo:
En primer lugar, el secretario es general de cuatro estrellas y el único general de cinco estrellas es el licenciado Enrique Peña Nieto. Entiéndase lo que quiso decir: el que manda manda y el otro no tiene otra opción que obedecer.
Luego agregó que el pacto es fundamental para México; si no abrimos Pemex a la iniciativa privada, en vista de que no tenemos dinero, ni tecnología, ni… y ahí recitó ese rosario de argumentos falaces con que nos quieren conducir a su dogma –recitados como ese niño que reza de memoria y de corrido el Ave María, sin tener la menor idea de lo que está diciendo–, para concluir que de otra manera ¿cómo vamos a sacar el gas shale? –¿sabrá qué es el gas shale y que se trata de un hidrocarburo cuya explotación está reservada al Estado en la Constitución? ¿Sabrá qué es la Constitución?
El reportero le inquirió: ¿Y la reforma fiscal?
Eso vendrá después –respondió–, porque si no abrimos Pemex, deberá haber una reforma fiscal muy agresiva y eso no es conveniente –ya lo dijo antes, agrego yo, Claudio X. González–: en eso los empresarios no están de acuerdo
, ¡faltaba más!
Así es, para nuestros políticos en turno –y desde luego para la cúpula empresarial–, el Pacto por México es esencialmente la entrega de los hidrocarburos, el gran negocio del sexenio. Y ahora para el Ejército, el Pacto por México es la Marcha de la Lealtad moderna, que el país requiere
.
El presidente de los Diputados agregó en la entrevista, no sé si como advertencia, como amenaza o como chiste –ahora les ha dado por hacer chistoretes
de los asuntos y en los momentos más trágicos– algo que me pareció inusitado: además, el general Cienfuegos tiene un apellido muy adecuado para un secretario de la Defensa Nacional
.
Si fue chiste, se trata de un chiste idiota y de una falta de respeto inadmisible al secretario. Si es amenaza, ¡cuidado!, porque sería un indicio de desde dónde empezará la artillería contra los ciudadanos que no estamos de acuerdo con la política entreguista del gobierno.
¿Se acaba el debate –o las discusiones estériles
como las llama el secretario de Gobernación–? ¿Muera la disidencia, porque es deslealtad?
Preparen, apunten… ¿Fuego?
PD ¡Ah!, y sobre la exposición itinerante de Los Sentimientos de la Nación, de Morelos, ¡en lugar de mandarlos a paseo, mejor léanlos!
Todos parecíamos los perros del jefe máximo, y ladrábamos a su gusto
Gonzalo N. Santos
“Y los veneros de petróleo… ¡al diablo!”
Yo.