Advierte analista la radicalización de los intentos de desestabilización del gobierno en Ecuador
El régimen tiene en la mira 30 megaproyectos por realizar, señala Alexis Ponce
Domingo 17 de febrero de 2013, p. 2
Quito, 16 de febrero. Con aplanadora o sin ella, una probable victoria del presidente Rafael Correa en las elecciones de este domingo conlleva grandes retos para después del 17 de febrero, si lo que se quiere es consolidar un modelo de país diferente, una democracia con fuerte arraigo popular capaz de romper las formas de dependencia tradicionales con los capitales de Estados Unidos y Europa, señala en entrevista el analista Alexis Ponce, asesor de Alianza PAIS y activista de derechos humanos.
No podemos ser ilusos. Lo difícil empieza después. Los intentos de desestabilización contra su gobierno van a radicalizarse. Habrá que hacerles frente
, sostiene.
Para este estudioso del proceso social que fundó y dirigió la Asamblea de los Derechos Humanos (Adhu) desde los noventa, la llamada revolución ciudadana
, no sólo enfrentará ataques internos. “Los más duros serán los regionales, los externos. Debemos entender que ni Cristina Kirchner, en Argentina, ni Hugo Chávez, en Venezuela, ni Evo Morales, en Bolivia, ni nosotros aquí podemos ver nuestros procesos aislados. Hay que estar alerta frente a la nueva configuración del bloque del Pacífico –con el México de Enrique Peña Nieto, con Sebastián Piñeira en Chile, incluso con Ollanta Humala en Perú– que va a querer entrar como cuña para detener el proceso bolivariano. Éste… o lo logramos juntos o no lo logramos”.
Con décadas de militancia en las calles y los movimientos de base, Ponce comenta con este diario lo que llama las incongruencias
de las organizaciones de izquierda que hoy se oponen a Correa, aunque algunas de ellas empezaron la construcción de este proceso con él.
Y rebate apasionadamente el artículo que el intelectual belga François Houtart publicó recientemente en La Jornada, donde sostiene que la visión tecnócrata del desarrollo
de Correa no contempla las externalidades
como la agricultura campesina, los costos ecologistas y la cultura del petróleo y la minería.
¿Modernización versus derecho a la naturaleza?
Este debate entre modernización y derecho a la naturaleza es el meollo del choque que sufrió la revolución ciudadana correísta con otos sectores progresistas. Dice Ponce: “Las izquierdas no están pensando en términos de real politik, en el largo plazo, en los recursos que se necesitan para construir una nación sobre bases diferentes”.
Afirma que Ecuador es el primer país que consagra en su Constitución el derecho a la naturaleza, pero también entiende, en el mundo real, que tiene que usar sus recursos ahora que puede. “Para conseguir el buen vivir, el sumak kawsay, es inevitable romper el aislamiento; hay que tener una visión de un mundo multipolar, no sólo mirar al norte. Y esto está haciendo Ecuador, apostando a diversificar su matriz de cooperación e inversión frente a un pasado reciente de corte colonial”.
Apunta que el gobierno de Correa tiene en la mira cerca de 30 megaproyectos –gas, minería, generación de electricidad, petróleo, turismo y mucho más– con países de Unasur (principalmente Venezuela y Brasil), con China, India, Argelia, Irán. Y esto le arde a Washington. ¿Por qué será que la mayoría de las ONG ecologistas que se oponen a estos proyectos son financiadas por fundaciones estadunidenses?”.
–Este tema de extractivismo y tecnocracia versus conservación ambiental y derechos de los pobladores es apenas uno de los temas que llevaron al divorcio a las izquierdas. Se critica el autoritarismo, el afán de control de Correa, la polarización a la que ha llevado a la sociedad.
¿Se han olvidado de los años de represión, cuando de verdad nos perseguían? Conozco bien a esas organizaciones y a esas personalidades. El problema es que no lograron zafarse de conceptos tradicionales y ortodoxos de los años 90
.
Explica: Parte de estos sectores viene del pensamiento obrerista y la lucha sindical. En los 70 eran fuertes. En los 90, con la crisis y la inmovilidad de la industria, se debilitaron, ya no estaban en las fábricas; muchos obreros emigraron. La fuerza popular repunta con el movimiento indígena, que emerge como fuerza alternativa. En esta perspectiva hay que entender el auge y la caída que representa el ascenso y derrocamiento de Lucio Gutiérrez de la mano de Pachakutik, el partido político de la Confederación de Naciones Indígenas de Ecuador (Conaie)
.
En movilizaciones indígenas históricas –antes siquiera que empezaran movimientos similares en Bolivia o Chiapas– los indios ecuatorianos lograron primero la caída de Jamil Mahuad, que decretó la dolarización de la moneda ecuatoriana y la desaparición del sucre, con las desastrosas consecuencias posteriores. Después apoyaron la candidatura de un joven oficial del ejército, el coronel Lucio Gutiérrez, que se presentaba con su partido Sociedad Patriótica como populista de izquierda.
La fractura indígena
Esa etapa, que hoy define mucho de lo que está pasando, fue un error histórico que cobró una factura tremenda a todo el movimiento popular, pero principalmente a los indígenas
, asegura Ponce. Pachakutik lleva a Lucio al palacio de Carondelet en 2002 y éste los traiciona. La organización popular más fuerte del país se desarticula por completo. De tal modo que cuando toma impulso la rebelión contra Gutiérrez son ya otras posiciones, los barrios de las ciudades, gente organizada fuera de los partidos con formas nuevas de participar, defensores de derechos humanos. Lucio nos llamó forajidos y dignificamos el calificativo. Pero lo cierto es que los indios ya no estaban. Recuerdo muy bien cuando logramos que Lucio huyera en helicóptero por la parte trasera del palacio presidencial (2005), tercer presidente que derribábamos. Estaban con nosotros los dirigentes de la Conaie, pero no las bases. Blanca Chancoso llegó a decir que ese era un cataclismo para la Conaie
.
Apunta que algo similar pasó el 30 de septiembre de 2010, cuando el levantamiento ciudadano espontáneo logra abortar la conspiración contra Correa –hay indicios de la participación de Lucio Gutiérrez en el complot– el movimiento indígena no estaba en las calles.
No sólo eso. Hubo golpeadores del Movimiento Popular Democrático al lado de los autores de la intentona. Y Pachakutik, en particular su dirigente Lourdes Tobán, se pronunció en favor del golpe
.
Continúa Alexis Ponce: Esas son las incongruencias inexplicables del candidato Alberto Acosta (Unidad Plurinacional de las Izquierdas). Va como abanderado de estos dos partidos progolpistas. Otra, tremenda, es que lleva en sus listas para la asamblea al general Mario Pazmiño
, quien fue director de Inteligencia Militar, destituido por Correa cuando se comprobó que, como oficial ecuatoriano, ocultó a su gobierno alertas previas al bombardeo de la aviación colombiana en la zona fronteriza de Sucumbíos, en 2008, donde fue destruido un campamento de las FARC, con saldo de más de 20 muertos, entre ellos cuatro estudiantes mexicanos”.
–¿Cuál es entonces, al cabo de esta recomposición que describe, el componente indígena en la revolución ciudadana?
–Lo hay. Lo que no se pudo ya, en 2010, fue acercar a esos viejos liderazgos radicalizados. Es como la ruptura en Bolivia entre Felipe Quispe y Evo Morales, o con Bandera Roja en Venezuela. Pero a partir de 2012 ya se ven los resultados de una lenta recomposición de alianzas a partir de la experiencia espontánea de salir a las calles a defender a Rafael Correa. Hay un movimiento popular con él, pero ya es distinto, ya ha evolucionado. Se cuenta, en el sector obrero, con los electricistas, los trabajadores petroleros, algunas industrias y los burócratas. En el sector indígena participan la Federación Ecuatoriana de Indios y la Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (Fenocin), con mayor referencia al campesinado. Y sus dirigentes van como candidatos a la asamblea.