El historiador habla de su primera novela Linaje de brujos, publicada por Grijalbo
Ambientada en el México virreinal, el autor da cuenta del oscuro y temible periodo de la Inquisición al mostrar la lucha entre dos culturas y dos cosmogonías, manifiesta a La Jornada
Miércoles 20 de febrero de 2013, p. 5
El pensamiento religioso indígena y el de los españoles que llegaron a América hace 500 años tenían muchas similitudes, ninguno estaba por encima del otro, pues no hay niveles entre los seres humanos, al menos, esa ya no es una idea de nuestros tiempos
, considera el historiador José N. Iturriaga.
Con esa premisa transcurren las páginas de su novela Linaje de brujos (Grijalbo), ambientada en el México virreinal, en la cual da cuenta de ese periodo oscuro y temible que fue la Inquisición, pero mostrando la lucha entre dos culturas y dos cosmogonías, como una batalla ideológica entre iguales, no obstante el dominio final de una de ellas.
El autor advierte que si bien respeta los hechos fundamentales que realmente sucedieron, a la vez se toma licencias para adaptar ciertos aspectos secundarios pertinentes a la trama ideada.
La novela es un esfuerzo por informar de todo lo que sucedía entonces, partiendo de que toda creencia religiosa es respetable y hay que aproximarse a ella con tolerancia y, sobre todo, comprensión. Eso sí, este libro no es apto para sacerdotes conservadores, intolerantes y prejuiciosos
, agrega el escritor en entrevista con La Jornada.
Luego de 30 años dedicado a la investigación histórica, es la primera vez que Iturriaga se anima a hacer una novela, la cual le llevó cinco años de investigación: “hubo un trabajo previo muy laborioso, y fue un reto porque nunca me había metido al relato, pero lo gocé.
“Era muy fácil irse por el aspecto morboso del tema y por la imaginación, pero habría sido una trampa al lector. Si llamo a Linaje de brujos novela histórica es precisamente porque tiene fundamentos históricos, partí de textos de frailes del siglo XVI y, sobre todo, de un libro de historia que se llama Ritos de sangre y sexo: erotismo y brutalidad en el México preindependiente (de su autoría), cuya información me sirvió mucho.
Vigencia del manual de exorcismos
“Tuve que profundizar –prosi-gue José N. Iturriaga– en aspec-tos que pueden ser debatibles si no se tiene muy dominado el tema, por ejemplo, al describir los excesos en las torturas contra el propio cuerpo que sucedían en los conventos, en este punto me asomé a la información de libros de Octavio Paz (Las trampas de la fe), de Fernando Benítez (Los demonios del convento) y un texto de un fraile carmelita del siglo XVII llamado fray Agustín de la Madre de Dios (Tesoro escondido en el Monte Carmelo mexicano, editado por la UNAM en 1986) que es impresionante, pues nos da toda la información, con pelos y señales, de los horrores que sucedían en los conventos, pero no a manera de denuncia, sino con un gran orgullo al relatar los martirios que se infligían los carmelitas a sí mismos para honrar a Dios.”
Señala que durante la investigación y escritura de la novela le impresionó que esos temores al diablo, así como las creencias en posesiones diabólicas y incluso las prácticas de exorcismo siguen vigentes: “imaginamos que esas cosas pertenecen al periodo medieval, o a películas del siglo pasado, pero no, están completamente vivas en el seno de la Iglesia católica. El manual de exorcismos de esa congregación fue revisado en 1998 por órdenes del papa Juan Pablo II, se le hicieron algunos ajustes, pero es el manual vigente para exorcizar a los endemoniados de hoy.
“En la novela eso queda claro, hay cosas que sucedían en el siglo XVII que continúan en el XXI, pues otra de las vertientes que abordo es el chamanismo indígena, el cual también sigue vivo en nuestros días. Hay dos protagonistas, un chamán indígena con creencias que hoy encontramos en muchos poblados del país y su amigo, también indígena, pero sacerdote católico. Sus formas de entender la vida, en apariencia, chocan, pero vemos las coincidencias entre sus religiones.
“Por ejemplo, los indígenas tenían la costumbre de hacer panes con la forma de sus dioses, luego de algunos rituales, se rompía el pan para darles en la boca a todos los participantes en la ceremonia un trocito. Los presentes, dicen los cronistas de la época, recibían el pan con gran emoción, como si fuera el cuerpo de sus dioses, igual que sucede en la comunión católica.
“Pero también había entre los pueblos originarios una especie de circuncisión para honrar a sus dioses, formas de confesiones y, por supuesto, el flagelo a sus cuerpos. Todas esas creencias y prácticas se describen en Linaje de brujos, al igual que los mecanismos que empleó la Iglesia del siglo XVI para atormentar a quienes no comulgaban con sus preceptos. Finalmente, estos últimos eran parte de los conquistadores, de quienes tuvieron el poder militar para dominar”, concluye el historiador.
El libro será presentado el domingo 24 de febrero a las 12 horas en el contexto de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería; y el jueves 28, a las 19 horas, en el Museo Nacional de Culturas Populares (avenida Hidalgo 289, Coyoacán), participarán Margarita Peña, Guadalupe Loaeza y Froylán López Narváez, con lectura de fragmentos de la novela a cargo de Pilar Pellicer.