on toda intención, dejé hasta 2013 esta brevísima crónica de La cajita Moncayo para distanciarme de la oficiosa celebración del centenario natal de José Pablo Moncayo, que en el 2012 tuvo mucho de oportunismo y de hipocresía, y que resultó bastante efímera. Lo que es no efímero, y ojalá sea muy duradero, es el contenido de La cajita Moncayo producida el año pasado en este contexto. Se trata de un estuche con ocho discos compactos que reúnen grabaciones de toda la obra conocida del notable compositor jalisciense. Antes que nada, y con todas las reservas, críticas y observaciones que se le puedan hacer al proyecto, afirmo que La cajita Moncayo (no confundir con La cajota Moncayo, que contiene las partituras de sus obras) es de posesión obligada y audición repetida indispensable para todo melómano mexicano que se crea digno de tal designación.
Lógicamente, lo más atractivo de esta colección de música de Moncayo está en aquellas obras que han sido grabadas aquí por vez primera: piezas para piano, obras para pequeñas dotaciones de cámara, algo de música para cuerdas, un par de obras corales. Pero sin duda, lo mejor de este proyecto está en las grabaciones de estreno de la siempre notable música orquestal del compositor de Guadalajara. El melómano encontrará aquí la primera grabación de la versión integral, sin cortes, de la Sinfonía de Moncayo. Se han incluido aquí también primeras grabaciones de la música fílmica para La potranca (de la película Raíces), del ballet Tierra y de los poemas sinfónicos Hueyapan y Llano alegre. Se incluyeron, además, las dos versiones de Amatzinac, para flauta y cuarteto, y para flauta y cuerdas; su comparación es ejercicio muy instructivo.
No dispongo aquí del espacio necesario para dar cuenta de las numerosas riquezas de toda esta música inédita de Moncayo; a cambio de ello, afirmo de manera general que la audición de estas grabaciones ha resultado un placer singular, lleno de descubrimientos. Más allá de las diatribas y confrontaciones que ya han comenzado a gestarse entre los propios miembros del equipo de producción de La cajita Moncayo, a causa de la autenticidad (o falta de ella) de algunas de las versiones grabadas, lo cierto es que el álbum permite, ahora sí, un acercamiento mucho más completo a Moncayo, para descubrir que es un compositor con muchos más méritos de los que le habíamos reconocido, que es una de las voces más claras, individuales y reconocibles de nuestra historia musical, que se le ha subvaluado lamentablemente por culpa del Huapango y que, precisamente, el Huapango es una obra que muy poco tiene que ver en estilo y lenguaje con el Moncayo cuyo retrato sonoro queda nítidamente perfilado en estas grabaciones.
En este sentido, me parece que el Volumen VIII de la colección representa una aguda contradicción de metas. Recuerdo con claridad que los responsables del proyecto afirmaron una y otra vez que una parte de la intención de realizar esta serie de discos era la de recordarnos a todos que Moncayo es mucho más que el Huapango. Y resulta que el Volumen VIII es una aglomeración de siete versiones del Huapango, lo que en mi opinión:
1. Fomenta la Huapangofilia desmesurada de un numeroso público ramplón y despistado que, hasta la fecha, nada quiere saber de Moncayo que no sea el Huapango.
2. Da alas a la perniciosa Huapangodependencia de algunas de nuestras orquestas (pienso particularmente en una de ellas) que no sólo abusan sin misericordia de esta obra, sino que la usan por igual para un barrido que para un fregado.
3. Representa un soberbio autogol, y no contribuye para nada a atenuar la perniciosa epidemia de Huapanguitis que se padece en nuestro ámbito musical, en detrimento general y duradero de Moncayo y el resto de su valiosa obra.
Más allá de ello y de las cualidades y riquezas evidentes de La cajita Moncayo, el prolijo texto que acompaña a las grabaciones ofrece muchos datos duros y numerosos puntos de vista dignos de ser tomados en cuenta, o discutidos en su caso, pero el cuadernillo que los contiene sufre de algunos notables errores editoriales que bien valdría la pena corregir en ediciones futuras.