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Incluye a mujeres y musulmanes en el acto litúrgico en una cárcel de menores de Roma

En el ritual del lavado de pies llama el Papa a sacerdotes a servir a los pobres

Beatifica a 60 víctimas del nazismo y del comunismo

Santificará a una religiosa mexicana

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El papa Francisco ayer durante el lavado de pies, gesto de humildad que significa que estoy a tu servicio, según explicó el pontífice en la ceremonia de Jueves SantoFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 29 de marzo de 2013, p. 19

Ciudad del Vaticano, 28 de marzo.

El papa Francisco cumplió este Jueves Santo el ritual del lavado de pies a 12 jóvenes presos, incluidos dos musulmanes y dos mujeres, después de celebrar una misa en la que instó a los sacerdotes que sirvan a los pobres y se conviertan en pastores con olor a oveja, en un mensaje claro de lo que pretende ser su papado. Asimismo, beatificó a 60 víctimas del nazismo y del comunismo.

En una ceremonia privada, el Papa argentino se trasladó a una cárcel de menores de Roma para lavar y besar los pies a diez hombres y dos mujeres, entre los que había dos musulmanes, en un gesto sin precedente.

Esto es un símbolo y un gesto: lavar los pies quiere decir que estoy a tu servicio, explicó el Papa a unos 50 detenidos de varias nacionalidades que participaron en la misa, quienes le regalaron una cruz de madera y un reclinatorio fabricados por ellos.

Francisco reconoció al término de esta ceremonia en la cárcel, con la que conmemoró la última cena de Jesús con los 12 apóstoles, que estos jóvenes le van a ayudar a ser más humilde, a ser un servidor, como debe ser un obispo.

Antes, en una misa matutina ante mil 600 religiosos congregados en la Basílica de San Pedro, el Papa pidió a los sacerdotes que vistan la humilde casulla (atuendo exterior que se utiliza para la celebración de la misa), salgan de sí mismos y se conviertan en pastores con olor a oveja, en pescadores de hombres y sirvan a los “pobres, a los cautivos y a los oprimidos.

No es precisamente en autoexperiencias ni en introspecciones reiteradas que vamos a encontrar al Señor, advirtió.

Jorge Mario Bergoglio firmó hoy los decretos que autorizan la beatificación de más de 60 víctimas del nazismo y del comunismo, entre los que figuran numerosos sacerdotes muertos durante la Guerra Civil española, un italiano que ayudó a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial y después murió a manos de los nazis, entre otros.

Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén, quien fue fusilado por republicanos durante la Guerra Civil española en 1936, es el sacerdote español de más alto rango beatificado por el Papa argentino

Francisco también reconoció el martirio de los italianos Giuseppe Girotti, quien murió en el campo de concentración nazi de Dachau, y Rolando Rivi, asesinado por los partisanos en 1945, así como de otros tres sacerdotes muertos durante los regímenes comunistas de Hungría y Rumanía en los años 50 del siglo pasado.

Entre los mártires del comunismo figura también el religioso húngaro István Sándor (1914-1953), quien ejerció clandestinamente el sacerdocio y fue condenado a muerte y ejecutado en 1953.

El próximo 12 de mayo, el Papa argentino presidirá en la Basílica de San Pedro las primeras canonizaciones de su pontificado.

Tales santificaciones habían sido aprobadas por su predecesor Benedicto XVI durante el consistorio o asamblea de cardenales del pasado 11 de febrero, cuando anunció inesperadamente su renuncia.

En la lista de nuevos santos figuran la colombiana Laura de Jesús Montoya Upegui (1874-1949) y la mexicana María Guadalupe García Zavala (1878-1963), las dos fundadoras de congregaciones religiosas.

La Iglesia católica elevará a la gloria de los altares a la madre Lupita, religiosa mexicana originaria de Zapopan, Jalisco, uno de los sitios con mayor devoción católica de México.

La religiosa fue cofundadora de la congregación de las Siervas de Santa Margarita María y de los Pobres.

En México se le conoce por haber fundado varios hospitales, donde incluso escondió a varios sacerdotes perseguidos durante la Guerra Cristera (1928-1932), como el arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez.

La noticia había quedado eclipsada por la renuncia de Benedicto XVI.