Hace 30 años, el 11 de abril de 1983, murió la actriz Dolores del Río, y sin embargo en el trascurso del tiempo, en algún momento, en algún lugar del mundo: siempre ha estado presente; su mito siempre vigente, sólo crece. Han aparecido nuevos libros sobre ella publicados en el extranjero; se han remasterizado las versiones completas y originales de muchas de sus películas silentes y sonoras del cine estadunidense, también del italiano y argentino, se han distribuido en video.

Por fin se le ha dado su crédito como la fundadora del Festival Internacional Cervantino. El año pasado, cuando el encuentro artístico-cultural cumplió 40 años, se publicó la foto de la inauguración donde Dolores del Río aparece radiante de belleza, rodeada de funcionarios de los que ya nadie se acuerda; un periódico español publicó un largo ensayo sobre el escritor Jean Genet; en él se contaba, cómo éste, en sus días salvajes en Barcelona en los años 20, vestido y caracterizado como el personaje que ella encarnó en la película Ramona, cantaba en un antro la melodía que ella grabó en esos años, que nunca ha dejado de estar de moda.

La estancia infantil para los hijos de los actores que ella fundó sigue funcionando impecablemente atendida por sus compañeras del grupo Rosa Mexicano. La magnífica exposición sobre ella, montada en el Museo Soumaya duró cerca de tres años y el público no quería que terminara nunca; los dos paneles que pintó Ángel Zárraga, con ella como modelo, para la legación mexicana en París están en el Museo Nacional de Arte y uno de ellos se usó como cartel de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.

Quiero mencionar que este jueves 11 de abril, a las 19 horas, en la sala Julián Carrillo en Radio UNAM (Adolfo Prieto 133, colonia Del Valle) se exhibirá la película La senda del 98, de Clarence Brown, una joya del cine mudo que tendré el honor de presentar. Entrada libre.