éxico vive un momento sumamente crítico que no puede ser analizado desde una sola perspectiva, la que ahora es más visible: el conflicto magisterial ante la reforma educativa puesta en marcha por el gobierno. Sin duda que está creciendo en forma preocupante y esto se debe, fundamentalmente, a la obcecada negativa del gobierno central a dialogar y tratar de entender que México son muchos Méxicos y, por tanto, no se puede estandarizar una ley cuando las condiciones son tan diversas a lo largo y ancho del país. La posición autoritaria del gobierno es la que está llevando a la radicalización de las posiciones, como es natural. Algunos datos que ofrece la SEP permiten comprender las enormes diferencias. Por ejemplo, cuando vemos el gasto por infante inscrito en la educación básica en cada entidad, se observa que Baja California es el estado que más recursos gasta en este rubro, con un monto de 12 mil 407 pesos por alumno, muy por arriba del monto nacional que se encuentra en 4 mil 36 pesos. Y por supuesto muy superior al que reciben los estados involucrados en las protestas magisteriales. Michoacán, en el lugar 18, se encuentra muy por debajo de la media nacional, con un gasto por alumno de 2 mil 959.5 pesos; en Guerrero (posición 21) se gastan 2 mil 585.4 pesos y Oaxaca (lugar 21) presenta un gasto de 543.2 pesos. Estos son los datos que la reforma educativa no ha tomado en cuenta y que por supuesto marcarían la enorme urgencia de un gasto más racional y equitativo.
Otra noticia muy lamentable es la de los llamados rechazados
de los aspirantes a las licenciaturas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Es increíble que de los 126 mil 753 estudiantes que presentaron el examen de selección para ingresar a algunas de las más de 100 carreras que ofrece la universidad, sólo fueron seleccionados 10 mil 916, es decir, 8.6 por ciento. Cómo es posible que se hable de una reforma educativa y, sin embargo, no se proponga ningún cambio integral que involucre a los jóvenes. La mayoría de estos jóvenes pasaron por enormes adversidades para terminar sus estudios, pues las condiciones de las familias no son las más boyantes. Sin embargo, ahora no pueden continuar sus estudios porque la matrícula es totalmente insuficiente. Se les lanza materialmente a la calle, cuando se trata de una población que debería ser apoyada, alentada, respaldada, pues representa la posibilidad para que el país se desarrolle, lamentablemente asignatura que sigue pendiente. México hace todo lo contrario de lo que han hecho otros países, como Corea del Sur, cuya prioridad para salir del subdesarrollo fue la educación, y por eso el mayor gasto fue invertido en ese rubro. ¿Qué van a hacer estos jóvenes si no se les ofrece empleo ni educación, ni tampoco pueden emigrar, pues las condiciones de crisis del país vecino no están superadas?
Y para incrementar la inquietud, de acuerdo con el Cinvestav, en Estados Unidos radican más de 11 mil mexicanos con doctorado, fenómeno que se ha denominado fuga de talentos
, consecuencia, sin ninguna duda, de la raquítica inversión que hace México en desarrollo, ciencia y tecnología (0.4% del PIB).
A ello debemos sumar las noticias insistentes del Banco de México, de que las remesas han sufrido una importante disminución, lo que preocupa a este organismo, pues sin duda afecta en forma negativa a las cuentas nacionales. De 2007 a 2012 las remesas disminuyeron en promedio 3 por ciento. Sin embargo, debería preocupar más el efecto negativo que supone para los hogares rurales,para los que las divisas representaban cerca de 30 por ciento de sus ingresos corrientes monetarios. No hay que olvidar que son dedicadas principalmente al consumo básico. Históricamente esta población ha enfrentado los problemas económicos a través de la migración; sin embargo, esta posibilidad se encuentra ahora muy limitada por los problemas de empleo en Estados Unidos. Por tanto, aquí encontramos otro escenario que está exacerbando los problemas sociales internos, pues México no está ofreciendo opciones para la mayoría de ellos.
Como vemos, las noticias pueden parecer aisladas, desvinculadas, pero en realidad están formando el verdadero caldo de cultivo de la desesperanza de una parte muy importante de la población. Si el gobierno no se decide por incentivar el crecimiento interno, poniendo en primer lugar la educación, la ciencia, la investigación, la salud, y proponga una verdadera política industrial, no la maquila, y se le otorguen al campo las condiciones para alcanzar, por lo menos la soberanía alimentaria, las circunstancias estarán dadas para que el conflicto social y la crisis humanitaria crezca sin remedio.