La playa DC
ntre cachacos. La playa DC, primer largometraje de ficción del colombiano Juan Andrés Arango, es una notable incursión en el barrio bravo de La Playa, al norte de Bogotá, Departamento de Cundinamarca, DC, desde el punto de vista de tres personajes jóvenes afrocolombianos que conviven con una población blanca a menudo hostil con las minorías raciales.
El personaje central del relato es Tomás (Luis Carlos Guevara), un joven que llega a Bogotá desde el puerto de Buenaventura, en el Pacífico, escenario de enfrentamientos entre la guerrilla y los paramilitares. De ese infierno rural de violencia cotidiana transita a un escenario urbano dominado por el tráfico de drogas y la persistencia del racismo. En el hogar que comparte con su madre y con Jairo (Andrés Murillo), su hermano menor, y con un padrastro al que detesta, la convivencia es tensa. El conflicto doméstico lo retrata el cineasta con pinceladas rápidas para pasar de inmediato a lo que más le interesa, la descripción de una subcultura juvenil urbana crecientemente multirracial y cada vez más viva. No intenta la película una exploración a fondo del mundo de la droga. Tampoco se plantea esta cuestión como tema central. Sabemos que a Jairo lo buscan sicarios de un cártel por asuntos de dinero, y que las represalias pueden ser fatales, pero se trata de información secundaria, apenas relevante. El interés real está en otra parte.
La playa DC expone las tensiones raciales, la brutal desigualdad social, la ausencia de oportunidades laborales, el hartazgo juvenil, y una desafiante respuesta cultural por parte de la comunidad juvenil negra orientada al culto exacerbado de la imagen personal. Chaco (Jaime Solís), hermano mayor de Tomás, es emblema de este narcisismo retador. Regresa de Canadá, adonde sin éxito intentó emigrar, e importa desde ahí poses de sofisticación y desparpajo. La cinta es un largo muestrario de maneras de cortar el pelo e inscribir con finos tajos de navaja sobre el cráneo los logos y diseños de moda que deberán hacer furor en la pasarela nocturna de paria negro colombiano. Hay nostalgia por el paraíso perdido de la costa, y un anhelo de transportarse nuevamente a él por la evasión del crack o del pericazo. La cinta captura este diario frenesí en las letras raperas de las canciones y en la impaciencia de los personajes por mandar al diablo al país y a la sociedad que los excluye. Visibilizar a la población afrocolombiana urbana
, es el intento declarado del realizador. Hacerlo a través de la observación atenta de su cultura y sus múltiples ramificaciones, ha sido su mayor acierto.
Se exhibe en la sala 7 de la Cineteca Nacional (15 y 17 horas).
Twitter:@CarlosBonfil1