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Ofreció conferencia en la clausura de foro de actualización médica en Cancún

El Nobel Bruce Beutler profundiza investigación del sistema inmune

En sus trabajos anteriores halló los receptores conocidos como TOLL (TLR4)

Lo resultados de sus estudios han sido empleados en el desarrollo de fármacos que controlan males como lupus

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A partir del premio, tengo cierta credibilidad. Sé de una determinada área de la ciencia y trato de comunicarlo lo mejor posible, expresó BeutlerFoto Ángeles Cruz Martínez
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 23 de abril de 2013, p. 2

Cancún, Q.R., 22 de abril.

Un abogado de la ciencia que trata de compartir su conocimiento de la mejor manera posible. Así se define Bruce Beutler, director del Centro de la Genética de la Defensa del Huésped en la Universidad de Texas Southwestern Medical Center. Como si reseñara una novela, de manera fluida y amena, explicó en una hora el camino que durante 30 años ha recorrido para comprender el funcionamiento del sistema inmunológico (de defensas) de los seres humanos y por cuyos hallazgos ganó el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2011.

El científico, de 55 años de edad, participó la noche del sábado en la sesión plenaria de clausura del foro de actualización médica, organizado por el laboratorio farmacéutico Sanofi. A partir del reconocimiento, dijo, tengo cierta credibilidad. Trato de reportar la verdad a quienes me preguntan y no es que tenga un conocimiento especial de adivinación. Sí sé de una determinada área de la ciencia y trato de comunicarlo lo mejor posible.

Así lo hizo primero en unos cuantos minutos ante periodistas y luego con los mil 200 médicos que participaron en el foro. Sonriente y consciente del interés que despertó su presencia en el auditorio, Beutler se dejó querer y todos los que pudieron lo saludaron y se tomaron fotografías con él.

Ya en su plática, el investigador comentó sobre su interés por el aparato inmunológico y la respuesta que tiene el organismo frente a las infecciones causadas por virus, bacterias y hongos.

Luego de años de estudio y algunos descubrimientos iniciales, en 1993 empezó un proyecto de investigación para encontrar los genes y los receptores asociados con la respuesta inmune. Explicó que existen dos tipos de inmunidad: la innata, con la que las personas nacen y forma parte de su genética, y el sistema adaptativo, el cual se estimula con la vacunación.

Ya se sabía, dijo, que el organismo es capaz de reconocer gérmenes extraños y de responder a ellos, pero se mantenía oculta la información sobre cuáles son los receptores genéticos que provocan tal respuesta.

Luego de cinco años de trabajo y mediante un método genético de clonación posicional –fabricó secuencias genéticas de manera artificial y las fue comparando con las originales– encontró a los receptores conocidos como TOLL (TLR4), los cuales son miembros de una familia de proteínas.

Los seres humanos tienen 10 receptores diferentes de esta misma familia. Cada uno de ellos reconoce un número pequeño de moléculas que se encuentran en los virus, microbios, bacterias y hongos. En conjunto, dichos receptores indican cuando hay alguna infección.

También activan el sistema adaptativo, aunque a veces lo hacen de manera aberrante y se provoca una respuesta excesiva que, a su vez, daña al organismo. Esto es lo que explica la aparición de las enfermedades autoinmunes, como lupus, artritis reumatoide, tiroiditis y esclerosis múltiple.

La comprensión de esta problemática y la búsqueda de la totalidad de genes involucrados con el sistema inmune, que podrían ser miles, forma parte del trabajo actual de Beutler. El investigador calculó que en los próximos cinco años podrá tener nuevos hallazgos.

Los descubrimientos de Beutler ya han sido utilizados para el desarrollo de algunos medicamentos que controlan afecciones como las mencionadas y con buenos resultados. Sin embargo, no es suficiente. El científico aseguró que los avances serán lentos, pero conforme se vayan identificando los receptores del sistema innato que sobrestimulan al adaptativo, en los próximos tres a cuatro años se podrá empezar a desarrollar fármacos que controlen, quizá curen, los padecimientos autoinmunes.