Martes 23 de abril de 2013, p. 47
Kampala, 22 de abril.
A cuatro de nosotros nos llevaron a un bosque y durante días nos violaron una y otra vez. No puedo estar de pie mucho tiempo, pero ahora puedo hablar de eso, porque superé el trauma
. Al contrario de lo que podría pensarse, estas declaraciones no las hizo una mujer, sino Mark, un varón de 53 años.
Este congoleño fue secuestrado en mayo de 2010 en su pueblo natal por miembros de milicias de Ruanda, que abusaron de él reiteradas veces.
Los autores no sólo penetran a sus víctimas con el pene, sino también con palos, botellas o destornilladores. Como consecuencia de estas experiencias, los hombres sufren de por vida, tanto dolores físicos como traumas síquicos.
En el plano internacional hasta ahora prácticamente se desconocía que también los hombres fueran víctimas de abusos sexuales en los numerosos conflictos en el continente africano.
El tema fue tabú durante décadas, porque el sexo anal es considerado anormal en casi todas las culturas de África y la homosexualidad en general está prohibida. Las víctimas eran estigmatizadas y temían la discriminación y marginación. Por su parte, los atacantes sabían que la violación como arma de guerra tiene efectos de larga duración y es difícil de combatir.
Para muchos hombres, el silencio y el chisme eran tan imposibles de soportar como la propia violación. Algo que ahora empieza a cambiar: la semana pasada, por primera vez, sobrevivientes, trabajadores sociales, expertos y médicos se reunieron para participar en una conferencia en Kampala, la capital de Uganda, y hablar por fin de manera abierta sobre este delicado tema.
En el pasado, el foco estaba puesto casi exclusivamente en las víctimas femeninas, pero ahora también se toma en serio a los hombres. La mayoría de ellos viene de la República Democrática del Congo, que desde hace décadas vive crisis sangrientas, y otros son originarios de Sudán, Somalia, Ruanda, Burundi, Etiopía, Eritrea y Uganda.
Pero las violaciones de hombres no son un fenómeno exclusivamente africano, ocurren en muchas regiones en conflicto. Un estudio publicado recientemente documenta unos 4 mil 700 casos bajo el régimen de los Jemeres Rojos en Camboya. La violación de hombres se utiliza ante todo como arma política, para deshumanizarlos y degradarlos completamente
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