Exhortan a las autoridades competentes a evitar que se le inflijan severos daños
Guillermo Soberón, Octavio Rivero Serrano, José Sarukhán, Francisco Barnés y Juan Ramón de la Fuente son los autores del pronunciamiento
No lo firma Pablo González Casanova
Lunes 29 de abril de 2013, p. 3
Cinco ex rectores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) exhortaron ‘‘con todo respeto, pero con absoluta convicción’’, a las autoridades competentes a que ‘‘con sensibilidad’’ contribuyan a restablecer la normalidad en la casa de estudios y así evitar que se le inflijan, una vez más, ‘‘severos daños morales, físicos y económicos’’.
Guillermo Soberón Acevedo (quien ocupó el cargo de 1973 a 1981), Octavio Rivero Serrano (1981-1985), José Sarukhán Kermez (1989-1997), Francisco Barnés de Castro (1997-1999) y Juan Ramón de la Fuente (1999-2007) suscribieron un pronunciamiento en el que manifestaron su posición en torno a la toma del edificio de rectoría, el viernes 19 de abril, por un grupo de jóvenes encapuchados, quienes demandan la reinstalación de cinco estudiantes expulsados del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Naucalpan.
En el escrito, dirigido al gobierno federal, a la comunidad universitaria nacional y a la sociedad en su conjunto, los ex rectores repudiaron ‘‘firmemente la violenta e inaceptable agresión que se ejerce, una vez más, contra la universidad’’.
Esta acción –agregaron– ‘‘ofende profundamente a la sociedad mexicana y es causa de indignación para quienes pensamos que el futuro de nuestro país reside en quienes hemos tenido el privilegio de formarnos en la educación superior, que es el motor de cambio del país’’.
Los cinco académicos universitarios –el único ex rector que no firmó el pronunciamiento fue Pablo González Casanova– manifestaron su solidaridad con el rector de la máxima casa de estudios, José Narro Robles, ‘‘por su firme rechazo a dichos acontecimientos’’, así como por la denuncia de hechos que presentó y ratificó ante la Procuraduría General de la República (PGR) contra quienes resulten responsables de estos hechos.
‘‘El trabajo universitario tiene como propósito el bien de México y es, asimismo, uno de los más valiosos elementos para un futuro promisorio’’, concluyen en el documento distribuido por la UNAM.
El 19 de abril, tras una marcha que partió del Parque Hundido y llegó a Ciudad Universitaria, unas 15 personas se separaron del contingente y después de 45 minutos de golpes con un mazo rompieron uno de los vidrios de la rectoría (declarada en 2007 por la Unesco Patrimonio Cultural de la Humanidad) para ocuparla.
Desde el día en que se introdujeron al edificio demandaron a las autoridades de la institución diálogo ‘‘público y resolutivo’’, reinstalación de cinco estudiantes expulsados del CCH Naucalpan, quienes fueron dados de baja luego de un enfrentamiento con trabajadores, y que no haya represalias contra quienes participan en la ocupación.
Estas exigencias también fueron enarboladas por el grupo de encapuchados que el pasado 6 de febrero tomó de manera similar la dirección general del CCH.
Las autoridades universitarias han respondido que habrá diálogo hasta que se entregue la torre de rectoría, y que no se cederá a ninguna presión basada en actos ‘‘violentos’’. Además de que presentaron y ratificaron denuncias penales contra quienes participaron en esas acciones.
El rector Narro ha insistido ante diversas instancias universitarias que el conflicto no se resolverá mediante la violencia, sino mediante los canales institucionales y la inteligencia apegada al espíritu universitario.
Normales, las actividades en CU
Pese a la ocupación del edificio sede de la UNAM, las actividades sustantivas en la casa de estudios (docencia, investigación y difusión de la cultura) se desarrollan con normalidad.
Es de recordar que el pasado martes, el Tribunal Universitario resolvió expulsar de manera definitiva a los cinco jóvenes del CCH Naucalpan que participaron en los enfrentamientos con trabajadores el pasado primero de febrero, así como otro tipo de sanciones a seis estudiantes más de ese plantel, que se sumaron a los disturbios del 5 de febrero, donde se intentó prender fuego a la dirección y se usaron petardos.