Estudiantes confrontan a los inconformes y éstos ratifican los objetivos de su ‘‘lucha’’
Alumnos, maestros y diversos colectivos critican el ‘‘doble discurso’’ de José Narro, ‘‘quien por un lado dice que el problema se resolverá con métodos inteligentes y por otro ratifica denuncia en PGR’’
Martes 30 de abril de 2013, p. 8
Una jornada más de la toma de rectoría. Al pie del edificio, la ‘‘tregua’’ del fin de semana concluyó, reanudándose los interminables debates sobre las formas de lucha universitarias. En momentos un intercambio de posturas; a ratos, la intensidad tornó en gritos su defensa y ayer las diferencias amenazaron con dirimirse a golpes, aunque no llegó a concretarse.
Casi con el amanecer, cuando los inconformes apenas habían salido de sus casas de campaña para una jornada más de ‘‘lucha’’, de nueva cuenta sobrevino una interminable defensa ideológica de su movimiento. Una defensa que no encuentra justificación para las decenas de universitarios que en el día se acercaron a interpelar lo que consideraron una desmesurada forma de protestar.
‘‘Acto antidemocrático’’
Cientos de alumnos y profesores de diversas facultades y miembros de varios colectivos suscribieron un documento en el que rechazan la toma de rectoría ‘‘por ser un acto antidemocrático y contrario a tradiciones históricas del movimiento estudiantil, basado en asambleas masivas y abiertas’’.
Expresaron también su oposición a que el conflicto se resuelva mediante el uso de la fuerza pública; criticaron el ‘‘doble discurso’’ del rector José Narro, ‘‘que por un lado asegura que el problema se resolverá con métodos ‘inteligentes y democráticos’, y al mismo tiempo ratifica su denuncia en PGR’’, y rechazaron la agresión a trabajadores del CCH Naucalpan.
El pronunciamiento, que fue distribuido en redes sociales, es suscrito por miembros de las comunidades de algunos CCH y de las facultades de Ciencias, Economía, Ciencias Políticas, Filosofía, Sicología, Derecho, Acatlán, entre otras, y por colectivos como el Estudiantil Cuceb del CCH Azcapotzalco, Partido Revolucionario de los Trabajadores, Comité Estudiantil Metropolitano, Movimiento de Aspirantes Excluidos de la Educación Superior, CGH-Ho Chi Minh, y algunos más.
‘‘Consideramos que el diálogo entre estudiantes, profesores y trabajadores es el mecanismo ideal para evitar una salida que favorezca a los sectores más conservadores del país y a quienes desde la burocracia pretenden reinstalar el autoritarismo, el porrismo y el clima de represión vividos en otros tiempos.
‘‘Convocamos a todos los alumnos a organizarse y a discutir en asambleas locales los principales problemas que afectan a nuestras comunidades, para posteriormente hacer pleno ejercicio de nuestra autonomía universitaria y encontrarnos en un espacio que nos incluya a todas y todos en un ambiente democrático, plural e incluyente’’, concluyen.
Este lunes se cumplieron 11 días desde que una marcha del Parque Hundido a Ciudad Universitaria derivó en que 15 jóvenes con rostros cubiertos se separaran del contingente y, tras romper a martillazos uno de los vidrios de la torre, lograran ocuparla. Su demanda: la reinstalación de estudiantes expulsados del CCH Naucalpan por agredir a trabajadores.
Las autoridades universitarias no han modificado su postura original de no dialogar hasta que se entreguen las instalaciones, así como no ceder a presiones basadas en la ‘‘violencia’’ y que el conflicto no se resolverá por la fuerza.
Al mediodía, tras horas de interminables e infructuosos intentos de convencimiento mutuo, el diálogo se tornó intenso y a gritos un estudiante de derecho confrontó a uno de los ocupantes de rectoría.
‘‘¿Eres universitario?’’, repetía como forma de cuestionar la toma. ‘‘Aquí la discusión es entre quienes defendemos la lucha y los asquerosos estudiantes reaccionarios que la condenan’’, contestó el otro. Aparecieron entonces jaloneos, golpes al aire y los llamados de quienes los rodeaban a retomar un ‘‘diálogo universitario’’.
‘‘Si Siqueiros viviera, con nosotros estuviera’’: inconformes
Una joven estudiante de Medicina rechazó las condiciones en que mantienen al edificio de la rectoría y apeló a que se trata de un patrimonio de la humanidad. ‘‘Lo dice la Unesco’’, reafirmó ante gritos que descalificaban su dicho, para expresar luego su preocupación por el mural de Siqueiros. La respuesta fue: ‘‘Si Siqueiros viviera, con nosotros estuviera’’. Al mismo tiempo, otro de los ocupantes del edificio descalificó la declaración de la Unesco por tratarse de un organismo internacional ‘‘de penetración de la oligarquía’’.
Momentos después, Primitivo Rodríguez, ex trabajador de la Dirección Cultural de la UNAM, quien dijo haber renunciado en 1995 por negarse a firmar una carta que pedía el ingreso de la policía al campus, pretendió mediar entre ambas posturas con una ‘‘carta abierta’’ que leyó frente a decenas de universitarios
‘‘Con la modestia del caso y con la solidaridad que ameritan sus justas demandas, los invito a trascender la coyuntura por la que atraviesan (…) Los invito a dejar pacíficamente la torre y sumarse con su generosidad e inteligencia a la construcción de movimientos que contengan el deterioro de México.’’
Por otra parte, en conferencia de prensa en una cafetería del Centro Histórico, profesores de los CCH Sur, Oriente y Vallejo criticaron la falta de consenso en la toma y las formas de lucha ‘‘que pintan un panorama político regresivo para la UNAM’’. Consideraron que sería lamentable que interviniera la fuerza pública y llamaron a las partes a no orientar el conflicto hacia un callejón sin salida, porque eso pondría en riesgo a la UNAM como espacio democrático.