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El historiador ingresó como miembro de número a la Academia Mexicana de la Lengua

Javier Garciadiego celebra que los jóvenes están muy politizados

Mi compromiso es seguir con la difusión de la historia nacional, pero seré más cuidadoso con el lenguaje

Tenemos que trabajar mucho para defender nuestra incipiente democracia, indica

 
Periódico La Jornada
Viernes 10 de mayo de 2013, p. 4

El presidente de El Colegio de México (Colmex), Javier Garciadiego Dantán, quien ayer ingresó a la Academia Mexicana de la Lengua (AML), considera que las academias son espacios gremiales de civilización, de cordialidad, donde supuestamente está lo más granado del gremio.

Además, prosigue el historiador, estamos ahí por amor al oficio, a la vocación, no es una reunión que genere ingresos o recursos. Es absolutamente honorífico.

Al referirse a la vocación de utilidad de las academias, manifiesta que hacen labor de difusión. Por ejemplo: la Academia Mexicana de la Historia, que es la que conozco mejor, organiza ciclos al año; la de la Lengua sé que tiene muchas actividades, no sólo publica sus memorias. Tiene una página en Internet que cualquier mexicano puede consultar y si tiene una duda, inmediatamente la academia contesta. Creo que hay proyectos para hacer una gran colección de literatura mexicana anotada, ahora se impulsa la de literatura española, en fin hay muchos planes.

Ocupante de la silla XXIX

En entrevista, Javier Garciadiego subraya que las academias son centros de reunión gremial, donde confluyen historiadores y especialistas de la lengua de varias instituciones; también son sitios donde uno se compromete a realizar cosas de manera colectiva.

El compromiso de Garciadiego es seguir con la difusión de la historia de México y hacerlo ahora no solamente con el rigor de historiador que siempre le he tratado de dar a mi versión de la historia, sino seré más cuidadoso con el lenguaje.

El historiador se incorporó a la AML como miembro de número para ocupar la silla XXIX que dejó vacante Miguel Ángel Granados Chapa, fallecido el 16 de octubre de 2011, en una ceremonia que se realizó en el Museo Nacional de Arte.

Antes, Garciadiego explica a La Jornada que el país vive tiempos muy interesantes y se puede hacer ya una síntesis del siglo XX. Actualmente realiza uno de sus primeros acercamientos a una historia sintética de este periodo.

Respecto de la presente centuria expresa que “la sociedad está más politizada, con jóvenes muy politizados, mujeres muy activas e instituciones como el IFE (Instituto Federal Electoral) e IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información), pero también veo cosas inciertas como la violencia. Me preocupa mucho que no cuidemos nuestra todavía incipiente democracia. Tenemos que trabajar mucho.

“La historia tiene una función social, como dice Enrique Flores cano, y ésta no es aprendernos datos ridículos y menores de cosas que pasaron hace mucho tiempo. No, la historia nos ayuda a ser mejores ciudadanos, a entender cuánto nos ha costado construir y alcanzar ciertas cosas y aprender lo grave que puede ser la violencia generalizada y lo malo que puede ser tener un país gobernado por pillastres.

Foto
Javier Garciadiego durante la charla, ayer, con La JornadaFoto Guillermo Sologuren

Hay que evitar volver a tener gobernantes de ese tipo como Santa Annas y Huertas. La historia te hace valorar mucho qué eres como país, lo que ha costado construirlo y todavía falta mucho.

Colegiado en dos academias

Garciadiego, quien se sintió halagado, debido a que pocos son los historiadores que han sido miembros de las academias mexicanas de la Historia y la Lengua, recordó que en 2011 lo llamó por teléfono Ernesto de la Peña para pedir su autorización para proponerlo como candidato a la AML, y contestó que no, porque se consideraba un historiador a quien le cuesta trabajo cuidar sus textos.

Sin embargo, a los pocos días recibió la llamada de Jaime Labastida y Miguel León-Portilla para explicarle que su postulación era para ocupar una de las sillas que la academia, desde su fundación, otorga a historiadores de profesión. Finalmente aceptó.

La silla que ocupo es la que tuvo Miguel Ángel Granados Chapa, a quien considero si no un historiador, un cronista de la vida política mexicana, un historiador del presente. Creo que la academia decidió continuar con este perfil, con alguien que hiciera historia moderna y contemporánea de México, pero que también tuviera acceso a los medios públicos, que le gustara difundir su versión y tal vez De la Peña escuchó mi programa en el Imer y ahí se cierra el círculo de su llamada.

En su discurso, Javier Garciadiego hizo un acercamiento biográfico y analítico de Alfonso Reyes y José Vasconcelos, personajes que fueron compañeros en el Ateneo de la Juventud.

En términos intelectuales y literarios, uno se interesaba en el pensamiento oriental, el otro era un cabal defensor y promotor de la tradición occidental. Coincidieron en que ninguno fue promotor de la cultura popular ni defensor del arte indígena. Uno se decía filósofo y el otro decía no ser más que escritor; uno se expresó mediante una prosa atropellada, el otro a través de una prosa y una poesía contenidas.

La bienvenida como académico a Garciadiego estuvo a cargo de Adolfo Castañón.