El monstruoso caso
, por la política homofóbica de las autoridades del país, afirma dirigente gay
Martes 14 de mayo de 2013, p. 24
Moscú, 13 de mayo.
A primera hora de la mañana del viernes anterior encontraron su cuerpo desnudo y medio calcinado en el patio de un edificio de la ciudad de Volgogrado. El joven de 23 años tenía costillas rotas, la cabeza aplastada a golpes y una botella de cerveza vacía clavada en el ano. No fue un crimen pasional, lo mataron conocidos suyos, sólo por ser diferente a ellos. Confesó lo anterior a la policía uno de los tres presuntos asesinos, ya detenidos.
Todo iba normal hasta que la víctima, al calor de los tragos, reveló que era homosexual.
Sus compañeros de borrachera al aire libre –afirma Gadma Guiliandikov, funcionario del Comité de Instrucción de Rusia en la región de Volgogrado, a cargo de la investigación– le propinaron una brutal paliza y, cuando cayó al suelo, siguieron pateándolo hasta romperle las costillas y desfigurarle el rostro.
Después, ya inconsciente, alguien sugirió quitarle la ropa y violarlo con la botella.
Satisfechos, decidieron prenderle fuego al cuerpo inerte, cubriéndolo con un cartón que, temieron, se apagaría minutos más tarde. Por si acaso, tomaron una piedra de unos 20 kilos y la estrellaron ocho veces sobre la cabeza del joven gay.
El monstruoso caso sucedido en Volgogrado es resultado de la política homofóbica que practican las autoridades en el país, uno de cuyos pilares es la iniciativa de prohibir lo que llaman difusión de la homosexualidad. Cada año habrá más crímenes de este tipo si no cambia esa política
, declaró a la agencia local Interfax Nikolai Alekseyev, uno de los líderes de la comunidad LGBT de Rusia.
Alekseyev informó este lunes que solicitaron autorización a la alcaldía de Moscú para realizar una marcha y un mitin hasta de mil participantes, el 25 ó 26 de mayo, para conmemorar el 20 aniversario de la abrogación del artículo sobre la homosexualidad en el Código Penal ruso, que se cumple el día 27.
Formalmente, la homosexualidad dejó de ser delito en este país, pero sigue causando fuerte rechazo en la sociedad, muchas veces estimulado por la intolerancia de la mayoritaria Iglesia Ortodoxa.
Por eso no sorprendió que Aleksei Mayorov, director de seguridad regional de la alcaldía, haya anticipado: No veo ninguna razón para modificar nuestra posición en el futuro inmediato
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