La industria de las fiestas
Poner orden en antros
DF: guerra a billetazos
a muerte del nieto del activista estadunidense Malcolm X, del mismo nombre (Malcolm), puso luz a un problema mil veces denunciado y muy pocas atendido: el robo y la agresión violenta a los clientes por los dueños de los bares con toda impunidad.
El tema no es fácil, pero cada vez resulta más grave. Los lugares donde se venden bebidas y se inflan cuentas es cada vez mayor. Hasta los dueños de los bares que tienen una asociación se muestran alarmados por el aumento de los llamados giros negros: 500 por ciento. Dicen con espanto que, cada fin de semana, en esta ciudad se celebran de 60 a 70 fiestas clandestinas, es decir, donde se cobra la entrada y la bebida a quienes asisten a ellas.
Por donde se vea, en la industria de la fiesta hay un caos que requiere de la atención de las autoridades con urgencia. Hoy existen, en la asociación que mencionamos, 3 mil 600 lugares –bares, discotecas y centros de espectáculos– que buscan obtener, de las mismas autoridades del Distrito Federal, la calificación de negocios seguros
, lo que no parece estar mal, pero hay que recordar que en esa misma agrupación se protege a los negocios, por decirlo de alguna manera, donde se cometen actos como los que llevaron a la muerte al joven Malcolm-Latif Schabazz.
Hay superficies urbanas, como Garibaldi, donde ocurrió el crimen, o la Zona Rosa, que deberían estar marcados en los mapas turísticos como de alta peligrosidad, y por ello tendrían que estar en constante y especial vigilancia policiaca, donde también se requeriría que el personal de vigilancia fuera certificado por algunas de las dependencias policiacas de la capital.
Pero además, algo debería hacerse en contra de los abusos que cometen los dueños de los antros. Sólo se tiene que pensar que no es posible, en un lugar enclavado en Garibaldi, que un par de personas puedan consumir más de 20 mil pesos en bebidas. Sería tanto como beberse 20 botellas que costaran mil pesos cada una, algo que parece imposible, pero sucede.
Y luego, si el cliente se niega a pagar, como en el caso de Malcolm, se le encierra, se le golpea y se le tira en alguna calle. Lo hacen todas las veces que se quiere porque no hay denuncias o éstas son tan escasas que nadie hace caso porque el escándalo surge como el factor que impide que se logre hacer justicia, por lo que no estaría nada mal que esas querellas quedaran, por ejemplo, en el anonimato.
No se trata, de ninguna manera, de plantear aquí que esos establecimientos dejen de existir, pero es necesario que se ponga un hasta aquí al robo y al crimen que se comete en esos lugares. Los ejemplos son vastos, así que las autoridades, antes de convertirse en cómplices de esos antros, deben dedicar sus esfuerzos a vigilar que no se cometan más ilícitos en esos lugares.
El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, es un gran especialista en leyes, y es un hombre que ha prometido hacer que en la ciudad se camine del lado de la ley. Poner en orden esos lugares no sólo mostraría su entendimiento de los problemas de la urbe, sino que le daría la oportunidad para hacer más segura nuestra ciudad. Ya veremos.
De pasadita
Una vez más, ojo con lo que el PRI empieza a construir en varias delegaciones del DF. En Gustavo A Madero, así como en Iztapalapa y en otras delegaciones, se han levantado denuncias por el actuar de los militantes de ese partido con la gente mayor, cobijados en el programa federal contra el hambre.
La guerra por el DF, desde ya, será a billetazos. En las izquierdas hay confianza en que desde la Secretaría de Gobierno del DF, en manos de Héctor Serrano, se encuentren las formas para evitar esa guerra inútil, y la vacuna, nos cuentan, sólo es una: la conciencia de los habitantes de la ciudad, que sí tienen memoria de lo que el PRI significa.